A clavito y canelita me hueles tú a mí,

la que no huele a clavo y canela

no sabe estinguir.

Seguiriya del señó Manuel Molina

Decía Leopoldo Alas Clarín que a él lo nacieron en Zamora. A mí me nacieron en Madrid por no llegar a tiempo a mi alumbramiento. Cuestión de nueve meses. Alto ahí. Que no dejo de nombrar con orgullo a la Villa y Corte como la cuna de mis entrañas. De Madrid al cielo, por supuesto. Pero me gusta una jartá decir que soy gadileño y sevitano. Sevilla y Cádiz forman parte de mí, como las hélices retorcidas que se emparejan para construir mi ADN. Como el flamenco, que se amarró a mis sentidos para siempre aquella tarde cuando pusiste aquella cinta de Camarón en mi coche.


El blog de Luis Pérez

Siempre me gustó cantar y, a decir verdad, todo lo que estuviera relacionado con el  artisteo. Disfrazarme en Nochevieja, con tres años, y presentar ante mis familiares de Lebrija un completo espectáculo humorístico de variedades.
Aquel niño tímido y gordito se transformaba cuando se subía al escenario del colegio Valdeluz de los P.P. Agustinos, en Madrid. Obras de teatro, el coro de primaria. Incluso llegamos a actuar sobre esas tablas, ya veinteañeros, con mi banda de rock & roll. No cambio por nada la sensación de mandar a unos fans desde la atalaya de un escenario.

Desde 1988 a 1990, el sueño del rock & roll atrapó las neuras de juventud.

Era el cantante de una banda con profundas raíces en la movida madrileña tardía y el rock andaluz. El Último de la Fila, Loquillo, Gabinete Caligari, Secretos, Nacha Pop, Radio Futura, Police, Queen eran faro y guía. Lo pasamos muy bien.

1990 Llora el Diablo. Maqueta presentada al Concurso Villa de Madrid

Continuará…