Buceando en los orígenes
En 1846 el catalán Narciso Bonaplata y el vasco José María de Ybarra solicitaron por escrito al Cabildo Municipal de Sevilla la autorización para celebrar una feria de ganado los días 19, 20 y 21 de abril, ya que creían que sería bueno para la ciudad.
El alcalde Conde de Montelirio, avispado él, contestó con una rotunda negativa ante tan descabellada idea, pues la proximidad de la feria ganadera de Mairena del Alcor (la más antigua de Andalucía, que data del siglo XV y se celebra solo una semana antes que la de Sevilla) auguraba un rotundo fracaso a la idea de los dos forasteros.
Pero el que la sigue la consigue, y los dos iluminados recurrieron la decisión ante la mismísima reina Isabel II, a quien, como buena Borbona, le gustaban la juerga y el cachondeo a rabiar. En marzo de 1847 revocó la decisión del Cabildo, concediendo a Sevilla el privilegio de feria.
Un mes más tarde se celebró la primera Feria de Abril, con un total de diecinueve casetas. Por cierto, los dos primeros días fueron, como ha sido después tradicional, pasados por agua, por lo que, ante el éxito rotundo de público, hubo de prolongarse un día más.
De hecho, al año siguiente, ni siquiera importó que la Feria coincidiera con la Semana Santa. Se celebró el Lunes, Martes y Miércoles Santo, ya que ese año no salían procesiones esos días.