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Artículos de opinión sobre flamenco.

Aprobada la Ley Andaluza del Flamenco

El Parlamento de Andalucía aprueba la Ley Andaluza del Flamenco con los únicos votos del Partido Popular

No me he leído la Ley Andaluza del Flamenco. Más que nada, porque aún no se ha publicado en el BOJA. Me consta que ha sido aprobada únicamente con los votos del PP, aunque se ha nutrido de las aportaciones de numerosos estamentos e instituciones del ámbito del flamenco. Nada que objetar.

Todo el mundo está contento. Al fin, el flamenco va a ser obligatorio en las escuelas de Andalucía. Nuestros niños y niñas seguro que también se sentirán muy felices. Tanto como sus maestros y maestras, que, a partir de ahora, deberán formarse en una disciplina en la que hay muy pocos expertos, casi ninguno del ámbito docente, y mucho enteraíllo.

Seguro que esta ley traerá cosas buenas. Ya se oyen las manos frotar bajo las mesas y sobre las tablas. Habrá más trabajo para los artistas metidos a profes, y para los profes metidos a artistas. Grados y doctorados en Flamencología por doquier. Másteres universitarios para formar a los formadores de maestros de primaria y de profesores de secundaria.

A riesgo de equivocarme, lo voy a decir, sin conocimiento ninguno. Nos la han vuelto a colar.

Espero equivocarme, de todo corazón. Por la cuenta que nos trae a los aficionados al flamenco. La herida mortal que supuso la declaración como Patrimonio Inmaterial blablablá se abrirá en una incesante hemorragia de despropósitos. Quieren universalizar el flamenco, lo que significa sacarlo de la élite cultural mundial y simplificarlo para hacerlo accesible a los perezosos.

Qué agorero eres, primo. Ya verás cómo todos nuestros niños y niñas, docentes y nuevos expertos en la materia aprenden ahora a distinguir entre flamenco y flamenquito. Ya con eso te conformarías, a que sí?

Felices Reyes Magos

Noche de Reyes

Otra vez han venido. Vuelven cada año, y aplican una capita de aquel bálsamo de Fierabrás sobre mis heridas. Ése que todo lo sana, culito de rana, mi querido Sancho.

Cuarenta euros de noventa y cinco en la calle tres, o, mejor, lleno hasta arriba, Baltasar mío. Que, a estas alturas del invierno, uno tiene ya encendida la reserva sobre el salpicadero.

El Negro no me falla. Trae esperanzas a manos llenas, las de Triana y las de la Macarena. Y algún que otro logro, ganado a fuerza de esfuerzo, y de erre que erre. Esta vez me ha traído ocho años sin fumar y un futuro de estreno, sin tocar siquiera.

Los recuerdos de tantas Noches de Reyes se agolpan en mi mente, confundiendo las emociones con sus fechas.

Los zapatos limpios, todos a la cama, qué ilusión cuando me levante. Mañana será distinto de nuevo, pero hoy tengo otra vez siete años.

Brindis por el silencio

Lírica carcelera

Un brindis por los silencios.
Que no canta mejor
el que más alto llega.
Que no merece un ole
el que con volumen
quiere dar ojana
y con los chillidos
suplir la queja.
Cántame a media voz,
en la distancia media de tu falda corta.
Cortito y bajo, bajito y corto,
que no me quede a medias cuando me besas.
Háblame al oído palabras tientas,
nombres de mujer con letras pequeñas.
Que no suene un petardo en la madrugada quieta.
Que duerman los perros sin miedo
junto a mi almohada seca.
Silencio reparador
de arañazos en la conciencia,
ya nadie te escucha
bajo el zumo agrio
del reguetón en la tienda,
ni te dejan un hueco
en la gasolinera,
ni entre tapa y tapa,
en tu bar de moda
porque en la emisora
suenan los Cuarenta.
Silencio, silencio,
dejadle espacio al silencio
entre las mareas.
Tras un acorde, un silencio,
y tras su sombra, una corchea,
y así desfilan las notas
por el pentagrama
de mi alma vieja.

No cataré Qatar, ni por todo el petróleo del mundo

Me acuerdo de las mujeres de Qatar, condenadas a ser ciudadanas de segunda, pues no son dueñas de sus cabellos, de su libertad ni de su dignidad.

No pienso catar Qatar. No lo cataré, ni por todo el petróleo del mundo.

Precisamente porque me gusta el fútbol. Si no me gustara, no tendría gracia, ni supondría ningún esfuerzo.

Porque la vida no está para para pasar por ella de puntillas, sin ensuciar el parquet, sin meter los pies en ningún charco. Mójate, primo, siéntete vivo. Ya te sentirás tranquilo cuando te hayas muerto.

No pienso ver ni un partido del Mundial de los jeques. He seguido todas las ediciones desde la de Argentina en 1978. Y tengo la sala de lectura de mis recuerdos organizada según los amores, penas y desengaños entre Mundial y Mundial. Aquella chica morena malagueña. Me regaló un llavero de Naranjito en el verano del 82. En el 94, Italia nos eliminó en cuartos de final días después de que mi amigo Fernando dejara de interesarse por las cosas de este mundo, incluido el fútbol. La copa gloriosa de Sudáfrica en 2010. Mi hijo correteando como un loco gritando gooool sin conocer siquiera el nombre de Andrés Iniesta. Pero esta Copa del Mundo de los jeques no la voy a catar.

Porque me acuerdo de los esclavos extranjeros que han participado en la construcción de esos estadios, en unas condiciones laborales que cualquier juez occidental tipificaría como crímenes contra la humanidad. Tengo presente, sobre todo, a los miles y miles que han muerto por ello, y cuyo número exacto nunca podremos conocer.

Lo hago por las mujeres de Qatar, condenadas a ser ciudadanas de segunda, pues no son dueñas de sus cabellos, de su libertad ni de su dignidad. Ni siquiera, a veces, de sus vidas. Me acuerdo de los muertos de los jeques, y del emir, de cuyo nombre no me acuerdo porque no me da la gana. También me acuerdo de lo de Mbappé, no te vayas tú a creer que se me olvida. Sus muertos tos.

Así que no veré los partidos, ni siquiera uno. Ni aunque España llegue a la final. Cerraré los ojos y los oídos cuando salgan las noticias de los deportes. El Mundial de Qatar, no lo pienso catar.

Las cositas que me duelen

Me hago viejo por momentos

Veo a esos cagatristes apuntados a la moda de reivindicar su causa a base de atentar contra las mayores obras de arte del patrimonio universal. Y lo que me sale del alma no es políticamente correcto en esta época del año.

Siempre se asoció está conducta con algún rasgo psicótico orientado a la liberación de una ira desmedida, o a un deseo irrefrenable de llamar la atención.

Atacar a la Piedad o al David de Miguel Ángel con un martillo sólo puede obedecer a un rapto de locura.

Abalanzarse sobre el Gran Poder de Sevilla porque no atendió a tus plegarias, ni a tus promesas a cambio de la salud de tu hija, responde a un fanatismo religioso que impregna a las civilizaciones de todos los tiempos como un perfume indeleble que viene de serie con el ser humano.

Ataque a La Piedad de Miguel Ángel

Talibanes que destruyen maravillas de la Humanidad a golpe de hacha y de dinamita. Te dolió tanto como a mí verlo todo por la tele, y sorbete los mocos de tu llanto y de tu impotencia.

Pero lo que más me cuesta tragarme es la pastilla de los activistas que despojan a su causa de toda justicia . A los que no se les fríen los huevos por dentro por querer destruir para siempre a la Mona Lisa, los Girasoles o a Las Majas de Goya. No porque estén como una puta cabra, no. Para atraer el foco sobre el cambio climático o la lucha de los animalistas o antiabortistas.

Me hago viejo rápidamente cuando quiero cagarme en sus muertos y no puedo, porque no está bonito decir eso ya en estos tiempos. Ni en esta época del año.

Halloween o tus muertos

Disfrázate de vivo para variar.

Lo que está sembrao no lo cambian ni los vientos.

Me alegra que los jóvenes se lo pasen bien en la fiesta de los muertos anglosajones. Nunca ha habido que pedir permiso para incorporar una fiesta al calendario orgánico de cada cual.

Me apena que cambien su cultura por otra exterior. Ni mejor ni peor. Por otra que no es la suya.

Es que hay que ir con los tiempos. Es por los niños, para que se lo pasen bien. Mentira gorda. Los niños se lo saben pasar bien siempre, toque lo que toque.

Vais con la nariz de gato pintada, de Carnaval. Con las orejas de gato, de Carnaval. Pero no os gusta disfrazar a los niños en febrero, sino en noviembre. Para ir con los tiempos.

Si a mí no me disgusta que tengamos una fiesta más para divertirnos. A mí lo que me apena es que no celebréis los Tosantos. Que no os suene siquiera lo de que el día 1 de noviembre hay que tomar del talle a tu pariento/a e ir al teatro a ver la enésima función de Don Juan Tenorio.

Que los tiempos cambian. El que no cambia es tu abuelo dentro de ese nicho lleno de telarañas, esperando a que te dignes pasarte a limpiarlo y llenarlo de flores, aunque sea una vez al año.

Costumbres de muchos siglos, que tus tatarabuelos mimaron para que te llegarán intactas.

Tradiciones arrumbadas al instante, para copiar las prácticas de un país sin cultura. Éstas son ya tuyas, llevas más de quince años emborrachándote con ellas. Mas no tienes por qué renunciar a las de tus mayores. Disfrázate de vivo, para variar.

Loquito por los números

Pero no me montes numeritos

29/10. Las 20:29. 29°.

Con lo que te gusta a ti un capicúa y qué poquito ha faltao. Por un uno a la izquierda. Alguna vez nos habrán dejao por uno. O por otro. O por otra.

Desde siempre me ha gustado jugar con los números. Nunca al bingo, ni a los ciegos. Jugaba a las matrículas de los coches, con mi padre.

Echábamos timbas deambulantes al mus, los amigos, con los números de las matrículas. De aquí al parque, envido, paso, si, hasta mi compañero, tres, anda, vete. Tres cerdos y un pito, solomillo.

Yo, que soy de letras, estoy loco por los números. Me gusta el 3×4 cuando voy llegando a Cádiz. Las bulerías que entran en el tres. La soleá al seis por medio.

Lo que no me gustan son los numeritos. Los que me montas cuando menos toca. Los que me toca aguantar en el patio de butacas. Al final, ves cómo los números cuadran?

Adios al loco de los ratones coloraos

Ha tenido que ser Joaquín Sabina el que me arrancara mi primera lágrima por Jesús Quintero. Porque los flamencos se juntan donde uno menos se lo espera.

Confieso que he necesitado más de dos días para reaccionar. Yo, que soy de lágrima fácil, me había quedado helado al leer la noticia. Y quizá fui uno de los primeros en acudir a la red social para trasladar a mis amigos la mala nueva. Acaba de morir Jesús Quintero. Así, con la frialdad de un teletipo. Luego, seguí con mis quehaceres vespertinos. Ocupada la mente, el corazón se adormece. Anestesia local, desde luego. Porque el alma nunca llega a saber cuánto se duele hasta que no despierta.

Ha tenido que ser Joaquín Sabina el que me arrancara mi primera lágrima por mi Loco. No es que fuera mío, es que formaba parte de mi adolescencia. Quizá fuera el detonante de mi explosión como andaluz. El Loco de la Colina no se podía escuchar en Madrid, solo en Andalucía. En aquellas noches tórridas lebrijanas, mientras desde mi cama contemplaba en la oscuridad las rutilantes luces de colores de la base militar sobre la sierra de Gibalbín, aquella voz embrujada se arremolinaba en la base de mi incipiente deseo de ser persona. Convertirme en un hombre del sur, yo soy del sur, soy andaluz.

Quería decir y omitir las eses como él, darles a las dentales un aire fricativo, aspirar las haches intervocálicas a la vez que el denso humo invisible de sus eternas pausas. Quizá también empezara a fumar por culpa suya. Quizá, seguramente diría yo, de ahí viniera me afición a la noche antes que al día, a comerme a tragos gordos la madrugada. A leer a Gerald Brenan, a García Lorca, a Vicente Aleixandre. Me bebía todo lo andaluz que caía en mis manos. Machado, Antonio más que Manuel. Juan Ramón Jiménez, qué descubrimiento. Porque quería ser poeta o soñaba con serlo.

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Ya luego pudimos contemplar su estampa en televisión. Ahí Jesús Quintero se despojó por momentos de su acento andaluz y soltó las amarras de su foco de atención ególatra para centrarse en sus invitados, magníficos contrapuntos para elaborar una enciclopedia de la entrevista del sentimiento. Ellos eran los protagonistas, personajes extraños más raros que un perro verde, o que sabían más que los ratones coloraos. Era la época de El Sabio Tarifa, de Picoco el de Chipiona. El Beni de Cádiz me conectó por fibra al flamenco, hasta el día de hoy.

Durante estos dos días he contemplado impasible cómo muchísima gente se ha dolido en público por el fallecimiento de uno de los periodistas más geniales del último tercio del siglo XX y de la primera década del XXI. Multitud de personas han compartido fotos con el Quintero. Que incluso me sorprendí pensando en secreto, joder, debo de ser uno de los pocos que no tiene un retrato con él.

Y ha tenido que ser otro loco el que me ha llevado a la esfera del sentimiento trágico por su pérdida. Joaquín Sabina, andaluz universal, mi ídolo de juventud junto a Miguel Ríos, Antonio Gala y Julio Anguita. Esas sevillanas, recitadas más que cantadas, en madrileño de adopción, llevan disimulada un ánfora repleta de flamenco. Y yo nunca lo he sabido hasta hoy, cuando he roto a llorar como un niño, sin saber por qué, sabiendo por quién.

Chema Blanco, dimisión o cese

Ante el bochorno y el escarnio de la Bienal de Flamenco 2022

Visto lo visto, como me sobra energía y tiempo para defender mis anhelos, y erradicar lo que atenta contra lo que amo. Y aprovechando que la diosa Victoria se pone siempre de parte de los valientes, y que el Guadalquivir pasa por Lora tres veces, según aquella famosa tonada.

Pido públicamente LA DIMISIÓN DE DON CHEMA BLANCO COMO DIRECTOR DE LA BIENAL DE FLAMENCO 2022 de Sevilla.

Chema Blanco, director de La Bienal de Flamenco 2022

Por su indolencia, su inoperancia y su ineficacia en la gestión artística, económica y comercial de un festival que debiera haber causado admiración en todo el mundo, en lugar de escarnio, ignominia y división en el mundo del flamenco.

Esperamos esa dimisión, o en su defecto la del Alcalde de Sevilla, don Antonio Muñoz, como cooperante necesario en este ultraje a la tradición cultural de la ciudad, y particularmente a su máximo valor, el flamenco clásico, sobre la mesa del gran despacho de la plaza Nueva, para el próximo lunes día 3 de octubre.

La Infernal de Flamenkito

Que estoy pensando yo…

Bueno, ahora que La Infernal de Flamenkito ha terminado para mí, es mi turno para explayarme.

Desde la libertad que me otorga el no tener que casarme con nadie, ya que el pan mío de cada día no depende, por suerte o por desgracia, de este mundillo corrupto y desleal.

Desde la independencia que me regala el saberme fuera de la élite de la crítica flamenca, después de haber cubierto cuatro Bienales consecutivas y no haber podido disfrutar este año de las acreditaciones necesarias para desempeñar mi labor en mi portal PlusFlamenco

ESTOY PENSANDO YO en montar una plataforma, de esas que ustedes ya sabéis, y pedimos públicamente la dimisión de ya sabéis quién por haber gestionado así de mal ya sabéis qué. Ajolá no haga ni falta, tú y yo lo sabemos bien.

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