Mes: noviembre 2022 (Página 1 de 2)

Bernardo el de los Lobitos

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Se cumplen cincuenta y tres años desde que marchó para el Parnaso flamenco el cantaor BERNARDO DE LOS LOBITOS, sin duda el mejor artista que ha dado Alcalá de Guadaíra, con permiso, y sin permiso también, del gran Joaquín el de la Paula.

Lo hizo apenas cuatro días después que la Niña, la de los Peines. Ambos, ella y Bernardo, que en realidad se llamaba Pedro, recibieron del pueblo sus respectivos remoquetes artísticos, y los llevaron con más paciencia que orgullo hasta el final de sus días. Pastora, por unos tanguillos que la encumbraron siendo una Niña, y que siempre se negó a repetir. Bernardo, gracias a unas bulerías que volvió a grabar pocos días antes de morir.

Hoy tenemos el deber de recordar a este grandísimo cantaor, cuya memoria yace enterrada entre la desidia y el descuido de la afición y de las instituciones del flamenco.

Se llamaba Pedro José Bernardo Álvarez Pérez, y se despidió de la vida a los ochenta y dos años, en Madrid, en la calle Amparo, dejándonos una maravillosa discografía.

El Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, un manantial en el desierto

En la Gala de entrega de premios, el maestro Fosforito fue nombrado Presidente Honorario del Jurado.

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Pastora Pavón, la Emperaora del cante

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Ya han pasado cincuenta y tres años desde que se marchó La Niña de los Peines. Pastora Pavón Cruz partió para el parnaso flamenco el 26 de noviembre de 1969. A partir de ahí, el cante vistió de luto y, sin poder respirar el aliento de su querida Emperaora, se hizo republicano.

Lo hizo con el único equipaje de su memoria vaciada, y de los peines de su remoquete, que la siguieron, siempre a su pesar, desde la infancia hasta la senectud.

Sevilla entera la acompañó desde su calle Calatrava, en la Alameda de Hércules, hasta el cementerio de San Fernando. A la entrada, la saludaron su Joselito el Gallo, su señá Grabiela, su Ignacio Sánchez Mejías. No pudo estar, su querido Federico, que andaba perdido entre las cunetas hasta nuestros días.

Todavía hoy, su tumba, que es también la de su Pepe Pinto y la de sus hermanos Arturo y Tomás, recibe el peregrinar de numerosos admiradores y amantes del flamenco. Cómo el de un servidor. Pastora, no te olvidamos.

Día de los gitanos andaluces

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

El 22 de noviembre de 1462 es la fecha de la primera referencia escrita sobre la llegada de dos clanes gitanos (egipcianos) a Andalucía. Concretamente a Jaén, en tiempos del rey Enrique IV de Castilla.

“A veinte e dos días del mes de novienbre deste año, llegaron a la dicha çibdad de Jahén dos condes de la pequeña Egibto, que se llamavan el uno don Tomás e el otro don Martín, con hasta cien personas de onbres e mugeres e niños, sus naturales e vasallos; los quales avían sido conquistados e destruidos por el Grant Turco.

E porque depués de ser conquistados paresçe ser que negaron nuestra santa fe, avía buenos días que por mandado de nuestro muy Santo Padre andavan por todos los reinos e provinçias de la christiandad faziendo penitençia”.

“E como llegaron a la çibdad de Jahén, el señor condestable los reçibió muy onorablemente, e los mandó aposentar e fazer grandes onras.

E quinze o veinte días que estovieron con él, continuamente les mandó dar todas las cosas que hubiesen menester, a ellos e a toda su gente, de pan e vino e carne e aves e pescados e frutas e paja e cevada, abundantemente.

E munchos días los dichos condes comieron con él e con la señora condesa, su muger, e cuando quisieron partir, mandoles dar de su cámara munchas sedas e paños de que se vistiesen, e buena cantidad de enriques (1) para su camino.

E salió con ellos como media legua fuera de la dicha çibdad de Jahén, por manera que los dichos condes partieron dél muy contentos y pagados; loándose e maravillándose muncho de su grant liberalidad e franqueza”.

(1) enriques: moneda de la época, por Enrique IV, reinante.

No cataré Qatar, ni por todo el petróleo del mundo

Me acuerdo de las mujeres de Qatar, condenadas a ser ciudadanas de segunda, pues no son dueñas de sus cabellos, de su libertad ni de su dignidad.

No pienso catar Qatar. No lo cataré, ni por todo el petróleo del mundo.

Precisamente porque me gusta el fútbol. Si no me gustara, no tendría gracia, ni supondría ningún esfuerzo.

Porque la vida no está para para pasar por ella de puntillas, sin ensuciar el parquet, sin meter los pies en ningún charco. Mójate, primo, siéntete vivo. Ya te sentirás tranquilo cuando te hayas muerto.

No pienso ver ni un partido del Mundial de los jeques. He seguido todas las ediciones desde la de Argentina en 1978. Y tengo la sala de lectura de mis recuerdos organizada según los amores, penas y desengaños entre Mundial y Mundial. Aquella chica morena malagueña. Me regaló un llavero de Naranjito en el verano del 82. En el 94, Italia nos eliminó en cuartos de final días después de que mi amigo Fernando dejara de interesarse por las cosas de este mundo, incluido el fútbol. La copa gloriosa de Sudáfrica en 2010. Mi hijo correteando como un loco gritando gooool sin conocer siquiera el nombre de Andrés Iniesta. Pero esta Copa del Mundo de los jeques no la voy a catar.

Porque me acuerdo de los esclavos extranjeros que han participado en la construcción de esos estadios, en unas condiciones laborales que cualquier juez occidental tipificaría como crímenes contra la humanidad. Tengo presente, sobre todo, a los miles y miles que han muerto por ello, y cuyo número exacto nunca podremos conocer.

Lo hago por las mujeres de Qatar, condenadas a ser ciudadanas de segunda, pues no son dueñas de sus cabellos, de su libertad ni de su dignidad. Ni siquiera, a veces, de sus vidas. Me acuerdo de los muertos de los jeques, y del emir, de cuyo nombre no me acuerdo porque no me da la gana. También me acuerdo de lo de Mbappé, no te vayas tú a creer que se me olvida. Sus muertos tos.

Así que no veré los partidos, ni siquiera uno. Ni aunque España llegue a la final. Cerraré los ojos y los oídos cuando salgan las noticias de los deportes. El Mundial de Qatar, no lo pienso catar.

Carmen Amaya, la Capitana

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Ya recordamos a CARMEN AMAYA a principios de este mes con motivo de la efeméride de su nacimiento. Nos dejó tal día como hoy, el 19 de noviembre de 1963, en su casa «La Masía», en Begur, un pueblecito de la costa de Girona.

Murió igual que nació, como una Capitana, bailándole al compás de las olas, a la orilla del mar. Tenía cuarenta y cinco años recién cumplidos, o cincuenta, dependiendo de a qué fecha de nacimiento queramos atenernos.

Carmen no dejó de bailar ni un solo día de su vida. Siguió bailando hasta el final, hasta que una insuficiencia renal que padecía desde niña le pasó por encima, envenenando su bendita sangre flamenca. Ella intuía desde hacía tiempo que sus riñones no eran capaces de eliminar todas las toxinas, por eso no paraba de bailar, ni de sudar. Y apenas comía.

Tras el fatal desenlace, los médicos dijeron que el baile le había alargado la vida unos cuantos lustros sin saberlo. Carmen, que paradógicamente había nacido un dos de noviembre, Día de los Difuntos, había conseguido burlar a la muerte durante años con su baile, y, por el camino, había alegrado la vida a miles y miles de personas con su arte.

Su muerte causó una auténtica conmoción en Norteamérica, hasta que la noticia fue enterrada tres días después por el asesinato de Kennedy. La sinrazón humana.

La bulimia flamenca

En tiempos de carestía y de hambre, es imposible resistirse ante la exquisitez de una soleá de Manolo Sanlúcar

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Manolo Sanlúcar por soleá

Lo he intentado y no he podido. Me propuse no escuchar nada de flamenco durante el día de hoy. Una especie de huelga de hambre, que buena faltita me hace. Pero en lugar de con comida, con flamenco. No ha podido ser.

Ha sido en el telediario de la 1. La noticia de menos de dos minutos, cucha, prima: Aprovechando que hoy es el Día Internacional del Flamenco, mirad qué curiosidad, la nieta del mítico futbolista Zarra, fusionando el flamenco con el fútbol. Fin de la noticia.

Así que he ido corriendo a la cocina. He abierto la nevera. Y ahí estaba mi teléfono móvil, tan apetitoso, llenito de cante, de baile, de guitarra. Y he dicho, el veintiséis lo celebraré con Pastora, pero el día de hoy me voy a pegar un atracón de Manolo Sanlúcar.

El Día Internacional del Flamenco, celebrando la gran mentira

Puestos a escoger entre las efemérides, se podría haber elegido entre un ramillete de fechas mucho más significativas.

Una de las mentiras más torticeras que le han metido jamás a la afición al arte jondo fue la declaración del flamenco en 2010, por parte de la UNESCO, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. No, no me pongas esos ojitos, que yo también me he asustao.

A ver si tengo unos minutos y consigo desarrollar el tema, que tiene bastante miga. Será próximamente, si el tiempo no lo impide, en PlusFlamenco, A clavito y canela.

Entretanto, me permito expresar sin acritud mi desafecto por la elección del 16 de noviembre, fecha de la susodicha declaración, como Día del Flamenco en Andalucía, en un primer momento, y Día Internacional del Flamenco, después.

Puestos a escoger entre las efemérides, y dado que nadie pone en duda la importancia de tal celebración para todo el tejido productivo del flamenco de nuestra tierra, se podría haber elegido entre un ramillete de fechas mucho más significativas. A saber:

El 26 de noviembre, fecha de defunción de La Niña de los Peines, aceptada por aclamación como la mejor cantaora de la historia.

El 4 de diciembre, cuando conmemoramos el nacimiento de Manuel Torre y las pérdidas de Ignacio Ezpeleta, Tomás Rubichi el Viejo y Pepe Marchena.

O el 2 de julio, día en que coinciden los fallecimientos de Tomás Pavón, Antonio el Arenero, Paco Toronjo y Camarón de la Isla.

Cualquiera de ella, y muchas otras posibles que se puedan proponer. Todas, salvo la que señala en el calendario a la espada de Damocles que pende sobre el flamenco clásico y tradicional. Ése que la Junta de Andalucía está obligada, por el Estatuto Andaluz, a proteger como manifestación cultural digna de ser conservada y transmitida a las generaciones venideras.

Las mentiras del flamenco III

Más mentiras que se cuentan sobre el flamenco, y que no se convertirán en verdad por mucho que se repitan

1. Camarón revolucionó el flamenco para siempre con La Leyenda del Tiempo.

2. Morente revolucionó para siempre el flamenco con Omega.

¡Un mojón y otro mojón!

La verdad es que en el cante hay un antes y un después de José y de Enrique. Pero no por esos discos, que no son estrictamente flamencos, como bien sabían ambos. Sino porque cada uno de ellos, en su genialidad, creó un nuevo lenguaje interpretativo, una forma característica de masticar el cante.

Su grandeza no viene en modo alguno por esas obras fronterizas. Ambos tienen legiones de imitadores en su forma de cantar, de pronunciar. Incluso de respirar. Y los dos recularon hacia territorios más clásicos después de sus experimentos discográficos:

<<Ricardo, el próximo disco, de guitarra y palmitas, picha>>

Las mentiras del flamenco II

Seguimos con otras mentiras que se cuentan sobre el flamenco, y que no se convertirán en verdad por mucho que se repitan

El cante es una música vieja, obsoleta y aburrida que necesita evolucionar libremente conforme al innegable derecho de todo artista a la creatividad.

Y un mojón.

El cante ya evoluciona por sí mismo desde hace casi dos siglos, sin perder de vista sus raíces y su esencia, lo que lo sitúa en la esfera de la música clásica y entre las manifestaciones culturales más dignas de conservación del mundo. Lo que algunos llaman evolución, o revolución, es en realidad una simplificación por razones comerciales. Para qué? Para aprovechar el tirón de la palabra ‘flamenco’, que es una marca muy apetecible en todo el planeta, y sustituir el original por la copia simple.

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