Crónicas de espectáculos flamencos de cante, baile y guitarra. Festivales de verano, la Bienal de Flamenco de Sevilla, el Festival de Jerez. Recitales en teatros, peñas flamencas. Ámbito geográfico: principalmente provincias de Sevilla y de Cádiz, España.
El bailaor sevillano protagonizó una noche de arte inolvidable en la Peña Flamenca El Carbonerillo
Por Luis Pérez. Sevilla. 30/05/2024. Fotos: Ville
La Peña Flamenca El Carbonerillo no se puede explicar en un folio, ni mucho menos en la pantalla de un móvil. Lo que allí acontece, noche sí, noche también, no se cuenta con palabras de ningún diccionario. Como es imposible contar las estrellas de mi cielo o los lunares de tu espalda. Si acaso, pintaría los trazos de un patio humilde, un azulejo, tal vez un geranio. Y el matrimonio bien avenido entre un rosal y un naranjo de atardecida.
De igual modo, no puedo contarte el baile del Torombo. Y es que Francisco José Suárez Barrera (Sevilla 1971) nació de la raíz misma del flamenco. No hubo que romper ningún molde cuando rompió a bailar, porque lo modelaron las manos alfareras de un tejar de Triana. Al Torombo le puso su apodo el gran Farruco, uno de sus mayores maestros, que se apoyó en el fuego que calienta la madera de los bastones para darle su curvatura. Cualquierilla explica eso, primo.
No busques coreografías, ni estampas ensayadas. De eso te vas a jartar en la próxima Bienal. Ni más luz que la de la luna nueva y los ojos de un bailaor salvaje, que son capaces de quemarte las retinas mientras te acaricia el alma. Te podría hablar de la guitarra desnuda de Paco Iglesias, de la voz quebrada de Juan Cantarote. De Emilio Castañeda y de sus palmas que bailan. Y podría contarte cómo se puso el sol por granaínas, le tosió a la luna por malagueñas y amaneció fulgurante por soleares.
Para qué. No lo ibas a entender. Si yo mismo no lo entiendo. Torombo es un filósofo, un maestro de la vida. Un sabio que baila. Es flamenco en el andar, gitano cuando respira. Torero de arte y sentimiento, que mata sin matar. Es una media verónica por alegrías, abrochada a la cadera bendita de Curro Romero. Ánimo, Curro mío. Cómo se puede bailar tan despacio. Manos que se recogen atrapando las flores de una petalada trianera. Ahora cabalga desbocado por la marisma, las espuelas hundidas en tu barriga. Un baile, una anécdota. Otro baile, y te cuenta la vida misma.
Ficha artística:
Espectáculo: Baile flamenco José Torombo
Lugar: Peña Cultural Flamenca El Carbonerillo, Sevilla
Un mediodía inolvidable sirvió como reencuentro de cabales en la Peña Flamenca Mazaco de la localidad sevillana de Coria del Río.
PlusFlamenco. Por Luis Pérez. Sevilla. 3/10/2022. Fotos: Eugenio Martín
Coria del Río tiene sobrados motivos para pavonearse. La caricia del Guadalquivir al paso por la localidad sevillana es una llamada a la calma y al reposo del espíritu. Bajo sus aguas verde oliva, centenares de manjares baten sus aletas esperando formar parte de su variada oferta culinaria. De orilla a orilla, una barca centenaria conecta las dos márgenes, anudando las tierras de Los Palacios y Villafranca con el Aljarafe, y el pasado romántico con el presente. Cerca de la carretera de Sevilla, está su peña flamenca.
La Peña Cultural Flamenca Mazaco es, durante buena parte del año, centro de peregrinaje de los aficionados flamencos de las provincias de Sevilla y Huelva, principalmente. Siempre en sábado o domingo, y siempre al mediodía. Qué hora más poco flamenca, se decía hasta hace bien poco. Pero los tiempos cambian, y con ellos los hábitos del público. De esa forma, se contenta a los vecinos, que no ven perturbado su descanso nocturno. Y también a los decanos de la peña, que, como es natural, para andar fuera de casa, prefieren las soleadas horas matutinas a las nocturnas. Al final, le acabas cogiendo el gusto a tomarte el vermú con los compañeros, hablando de lo que más nos gusta en el mundo: el cante.
Me gusta esta peña por muchas cosas. Por los amigos, sobre todo. Porque tiene una programación cañera, también. Y porque no tiene megafonía. Ésa es la lucha que nos toca próximamente. Alejar al flamenco de los micrófonos, siempre que el espacio lo permita. Y el espacio de la mayoría de las peñas flamencas lo permite. Se gana en cercanía, se facilita la transmisión de forma natural, evita problemas técnicos. Y fomenta la escucha en silencio.
Manolo Jero. Foto: Eugenio Martín
El propio Perico el Pañero se encargó de darme el titular de esta crónica. Es conocida su costumbre de beber una pócima secreta durante sus recitales para mejorar su garganta. En esta ocasión, el cantaor se lo había traído envasado en un elegante termo acabado en acero. En medio del ambiente distendido, pleno de guasa y flamenquería, alguien del público le preguntó si estaba rico el puchero que se estaba tomando. Y contestó Perico: el pucherito de mumá, como escuché una noche en Jerez de la Frontera, mientras cantaba por seguiriyas, pasé una vergüenza enorme.
No te dé lache, amigo. Tu cante actúa sobre los sentidos con la eficacia de un puchero reconstituyente. El caldito con yerbabuena en mitad de la madrugada. Que el mes de septiembre en Sevilla hemos comido muy malamente. Empezaste a cantar por soleá, y los estómagos se aplacaron, quedando limpios y ordenados para lo que se avecinaba. Esa sonanta de Los Francanos, de construcción francesa, actuaba de fuente de porcelana desde la que un inmenso Manolo Jero nos servía un cazo tras otro de cante y guitarra de acompañamiento.
Y es que el músico jerezano dio una lección magistral de cómo se debe acompañar al cante. Siempre pendiente del cantaor, su rostro traslucía una inmensa felicidad y una afición infinita. Como tiene que ser. Hemos visto últimamente a grandes figuras de la guitarra que ni siquiera tenían contacto visual con su cantaor o cantaora. Manuel los lleva de paseo por un bulevar imaginario todo solado de arte y compás. Siempre un paso por detrás, rozando apenas la cintura de su pareja para darle libertad a sus andares. Ya sabes de lo que hablo. Y, muy importante, extrae de su bajañí los mejores sonidos con la misma facilidad que los silencios. Porque de eso se compone la música, de notas y de silencios. En esto también sabes a qué me refiero.
De Perico el Pañero, qué contarte. En su persona confluyen la gracia trianera del río Betis y la grandeza de la bahía de Algeciras. Cantaor de intuición y de sentimiento, domina los palos básicos en toda su extensión. Sus soleares, como te digo, te levantan de la silla a cada momento. Letras antiguas de Alcalá, de Triana y de Cádiz. Corta y elegante la granaína de Chacón, doliente la malagueña del Torre. Los tangos, acordándose de otro trianero que se afincó en Algeciras, el nunca suficientemente reconocido Rafael el Tuerto y de Esperanza la del Maera:
Pesaba este cuerpo mío, compañera de mi alma, y el querer de esta mal nacía me lo tiene a mí consumío.
Soñé que el fuego nevaba, soñé que la nieve ardía, y, pa más sueños imposibles, soñé que tú me querías.
Y como salida de un hechizo, una lastimera falseta, a cargo de los lejanos bordones de Morón de la Frontera, fue mutando hasta convertirse, amándonos locamente, en una rumba de la Grecas. Unos fandangos bien tirados, y nos vemos a la vuelta del descanso.
Perico el Pañero y Manolo Jero. Foto: Eugenio Martín
El reencuentro fue de nuevo en Jerez, de la mano de Antonio Mairena. Bulerías por soleá de Antonio la Peña, variante de la larga de María la Moreno. La boca se me secó de los oles que se me arremolinaban. Cuando comenzó aquello de las minas de Egipto, la misma Rosalía de Triana se encargó de vaciármela. Ole, los que cantan, y los que tocan bien. Soleares por bulerías para terminar. De la Serneta y de Frijones, mismamente.
Volvieron a estar a la altura, cantaor y guitarrista, a la hora de entrar a matar. Nadie se va de Mazaco sin echar las asaúras por to lo jondo. Con una pulsación inmejorable, y el poderío de quien se sabe dueño de los rasgueos, Manolo Jero llamó a la puerta del cante por seguiriyas. Salió a recibir Perico al señor Manuel Molina, y bajó hasta Santiago con Tío José de Paula:
De lo que te digan, no te creas na, porque ellos vienen de malina sangre, nos quieren marar.
Tú sí que nos quieres matar a pellizcos. Un natural por Tomás el Nitri. Lo más emocionante de la tarde, para un servidor, fue el macho de Antonio Mairena, con el que rodaron por el suelo los botones de más de una camisa. Y como ya no había botones, Perico nos regaló el broche de sus bulerías. Qué espectáculo. Ver a ese junco de dos metros recoger las manos, clavar los pies en el albero, dibujar una media verónica y abrocharla a su menuda cintura. Todo ello a un metro escaso de mi persona. Dame otro sorbito de ese caldo, Perico.
Ficha artística:
Espectáculo: Recital de cante por Perico el Pañero
Lugar: Peña Cultural Flamenca Mazaco. Coria del Río, Sevilla.
Jesús Méndez, Manuel de la Tomasa, Alicia Gil, Fernando el Goyo y Manuel Herrera Hijo aplicaron un bálsamo de cordura a la maltrecha afición del flamenco.
PlusFlamenco. Por Luis Pérez. Sevilla. 24/9/2022. Fotos: Pocket Studio
Ya está dicho. Había que decirlo. Llevamos un mes de septiembre que pa ti y pa mí se quean. Salvo honrosas excepciones, que nunca contradicen la validez de la afirmación, son tantos los disgustos y las afrentas que ya añorábamos la suave caricia del breve otoño sevillano. Carrión no nos fallará. Será el bálsamo que sane tus heridas de guerra. Y Carrión no nos falló.
Tarde de toros en la Real Maestranza de Sevilla, dicen que torea un tal Morante. Tras su paso por el taller de chapa y pintura, el Teatro Lope de Vega se reinaugura a la misma hora que el sexto astado es arrastrado por el dorado albero. Vienen de la provincia de Alicante, a mancillarlo. Colgaron hace tiempo el cartel de No-hay-billetes, pero es mentira, si acaso llegará a la media entrada. Hay flamenco del bueno en Dos Hermanas, en la Peña Juan Talega. Mi elección está hecha. En San José de la Rinconada me reconciliaré con el cante verdad.
Ahora te voy a dar un poquito de envidia, de la sana. Tengo sentada, a menos de metro y medio, a Cristina Hoyos. Me va a llevar con los pies el compás toda la noche. A mi lado, hombro con hombro, respira el gran Ricardo Miño. No le quites ojo a su mano izquierda, por si acaso. Y Pepa Montes, gloria de las bailaoras, seguirá con la emoción en los ojos cada lance que ocurra sobre el escenario. Esta noche es la del homenaje a su familia. Incluido su hijo, el pianista flamenco del momento, Pedro Ricardo Miño, cuyos oles me certifican que estamos en el lugar correcto.
Cuatro actuaciones de cante y una de guitarra. Se echa de menos el baile, Antonio, estando presentes tales figuras esta noche. Quizás en otra ocasión. Se encargó de presentar el Festival, como es tradición, Salvador Milla, aficionado infatigable de San José de la Rinconada. Salvador hizo una breve exposición de las efemérides que se celebran en 2022: el centenario del Concurso de Cante Jondo de Granada y los treinta años del fallecimiento de José Monje Cruz, el Camarón de la Isla. La pérdida, el pasado 27 de agosto, del inmenso guitarrista y compositor Manolo Sanlúcar. Y la concesión a María Pagés, y a Carmen Linares, de los Premios Princesa de Asturias de las Artes 2022.
La ceremonia de homenaje, sencilla y emotiva. Encabeza la comitiva el Alcalde de La Rinconada, Javier Fernández. Le siguen su Delegada de Cultura, Raquel Vega, y la diputada responsable del Área de Cultura de la Diputación de Sevilla, Trinidad Argote. Y por parte de la Peña Cultural Flamenca El Búcaro, su presidente Antonio Carrión y los directivos Miguel Gallardo y Manuel Ortega. Los tres homenajeados coincidieron en la importancia de este tipo de reconocimientos como acicate y motivación para seguir adelante.
Cuéntame, primo. Primero lo malo. Malo no hay. El sonido, regulero. Tú sabes, se mete el duende a revolver entre los cables, desde las pruebas de sonido, y ya no hay quien lo arregle. Una pena, sobre todo para las últimas filas, y para nuestros oídos, tan sensibles a los pitidos de los acoples. Romero, romero, que salga lo malo y entre lo bueno.
Porque hubo mucho bueno, y bastante de lo mejor. Abrió el paquete de sal marina el jovencísimo Manuel Herrera Hijo, que se parapetó en mitad del escenario para despeinarnos con los vientos de Cádiz. Tocaor de fina escuela, pues tiene a quien salir, le queda recorrido para seguir creciendo. Las palmas que le dedicaron sus paisanos allanaron el camino para la actuación del cantaor local, aunque nacido en Alcalá del Río, Fernando el Goyo, que heredó el remoquete de su padre y de su abuela paterna, la Goya, iniciadora de la saga cantaora. Acompañado a la sonanta por Juan Quirós, que se aplicó con solvencia y madurez manifiestas, Fernando comenzó su actuación con una malagueña granaína demasiado floreada, seguida de dos impecables rondeñas que nos recordaron las formas de Curro de Utrera, y una tercera rondeña de Silverio con tintes de Jacinto Almadén. Ya, con la voz más caliente, se peleó con bravura con la milongaMaría Candelaria, para acabar luciéndose en su especialidad, los fandangos por bulerías de Manuel Vallejo.
Ahora viene Manuel. El nieto de José de la Tomasa, que está camuflado entre el público. Y no solo él. Ha venido, desde Chiclana de la Frontera, Antonio Reyes. Y también está José Antonio Muñoz El Chozas. Qué importante es que los artistas acudan como público a los recitales de sus compañeros. A Manuel de la Tomasa y a Alicia Gil te los encuentras fácilmente en cualquier evento. Otra vez a vueltas con que Manuel es tataranieto de Manuel Torre. Ya no lo aclaro más.
Manuel de la Tomasa. Foto: Pocket Studio.
El niño ya no es un niño. En su corta trayectoria profesional, ha devenido de cachorro en león tirando porque le toca, y sin pasar por la casilla de salida. Domina el escenario como solo lo hacen los grandes artistas en plena madurez. Es cierto que en ocasiones deja traslucir un leve malestar al comienzo de sus actuaciones, quizá una pequeña contrariedad le haga buscarse sin encontrar ese quejido suyo tan característico. Pero anoche todo salió a pedir de boca. Le bastó desparramar la mirada de derecha a izquierda para conectar con la audiencia del abarrotado patio de la Hacienda Santa Cruz. Otra mirada cómplice a Antonio Carrión, el escudero de lujo con que sueñan todos los cantaores. La salida del primer taranto suena dulce, acaramelada. Cierra los ojos de oliva, y exprime el llanto que lleva cosido a los puños de la camisa. Antonio da cumplida respuesta a base de doblones. El cachorro vuelve a mirar para adentro en los primeros compases del taranto de Almería. Y es entonces cuando el hombre abre unos ojos diferentes, fieros, y la tercera mirada actúa como una lanza térmica que hace saltar por los aires la caja fuerte del cante:
Que cuántas fatiguitas, primita, yo he pasao en las honduras mineras, y hoy se unen las penas, que yo he vivíosacrificao, y Dios me lleve a donde quiera.
Fue la primera vez que puso al público en pie. Cuatro cantes, cuatro veces en pie. Ahora por alegrías, con las palmas de las hijas de Antonio Carrión. El maestro mairenero imprime a los cantes de Cádiz su personalidad gigantesca, con esa derecha rasgueando casi siempre sobre la roseta. Letras de Camarón muy celebradas, por alegrías, y cantiña del Contrabandista. Los colegiales del Hospitalito del Rey, juguetillo de Popá Pinini, y la jotilla del Mellizo en boca de Pastora Pavón. Manuel juega con el efectismo y la espectacularidad que sus facultades imprimen a este cante. Quizá los que lo seguimos muy frecuentemente echemos de menos una mayor variedad en letras y melodías.
Atención a uno de los momentos cumbres de la velada. Ya lo he definido en alguna otra ocasión. El cante por seguiriyas de Manuel de la Tomasa es un ejercicio completo de un genio creador impropio para su edad. No sé si son cantes nacidos en el seno de su familia, pues algo tendrá que ver don José, la Tomasa o Pies Plomo en todo esto. O cuánto hay de improvisación, que sé de sobra que también. Y no es que cruce los cantes por desconocimiento, no. De sobra tiene interiorizada la seguiriya de inicio de Manuel Torre. Pero, cuando tiene embarcado el estilo del Niño de Jerez en su capote, le pega una verónica invisible y sale convertido en algo parecido al sollozo del Marrurro. Qué ha pasao, que no me he enterao. Y comienza otra letra, pa cuando yo me muera, mira qué te encargo. Vuelven los sollozos del Marrurro, uno de los recursos más efectivos para la transmisión del sentimiento. Pero no es. Es un estilo propio. El cierre, una versión caracolera de la seguiriya de cambio de Curro Dulce, redoblando las campanas de San Juan de Dios. En un arrebato, Manuel se pone en pie y abandona la megafonía. Se sabe caballo ganador y disfruta de su éxito. Por bulerías hubo de todo. Se nota su progresión, aunque todavía no es su palo. Las mejores notas las obtuvo cuando se acordó de Alfonso de Gaspar, Pansequito, o cuando volvió a tirar de descaro metiendo por bulerías las livianas Ventanas a la calle.
Alicia Gil trajo el sosiego a los malheridos corazones. Su voz es dulce y afillá, válgame Undebé, cómo puede ser eso. Lleva el porte de las patricias romanas y el embrujo de una pitonisa a punto de leerte la mano. Su soleá alfarera de Triana fue un bálsamo para los que estamos sufriendo la ausencia de verdad en el cante de este verano. Visitó todos los corrales imaginarios, desde el Corral de los Judíos donde nació su abuelo, en la calle Castilla, y que da título a su último disco. Los de la calle Alfarería, donde estaba la Peña La Soleá de Triana o la taberna de Segundo. Y en su camino a Chapina, entre gitana y alfarera, cumplió con creces repasando los estilos de El Sordillo, El Arenero, Pinea, el Machango, Charamusco, Silverio o Manuel Oliver:
Y dice mi pare: Triana, que no se parece a Triana, aquellos cantes de fragua y aquellas Velás Santana, dice mi pare: Triana, que no se parece a Triana.
Fueron muy aplaudidos sus tientos, y más celebrados aún los tangos. Su acompañante, Manolito Herrera, el padre, rozó la brillantez en varias ocasiones, aunque por soleá y bulerías fue sencillamente espectacular. Los problemas de sonido le metieron en aprietos en alguna ocasión, pues no recibía señal del monitor que recogían las palmas de las hermanas Bebé y Carmela Espinosa, hijas de Alicia Gil y de su marido, el guitarrista Lito Espinosa, que también estaba entre el público. Continuó con la sentida Huele a mi agüela, una canción por bulerías también incluida en su disco.
Y ahora me pongo de pie para cantar por bulerías. Alicia es artista sobre las tablas. Tiene unas manos rápidas y bellas, y brazos de bailaora que encajan a la perfección con la gracia de su gesto. Recuerdos de Chano Lobato y Manuel Molina y Lole Montoya. Ahora está en casa de Federico, de la mano de Enrique Morente:
La Lola canta saetas, los torerillos la rodean, y el barberillo desde su puerta, sigue los ritmos que con la cabeza.
Terminó de meterse al respetable en el bolsillo con el cuplé Manuela, un particular homenaje a mi tía Esperanza la del Maera, en el que el público disfrutó cantando el consabido título.
Alicia Gil. Foto: Pocket Studio
Y cuando ya teníamos la piel lastimada y los poros abiertos, llegó la gran ola a cubrirlo todo. Por los rincones de la Hacienda Santa Cruz, había tal calidad de cante grande derramado por el suelo de la madrugada, que cualquiera se hubiera calzado las botas de echarse atrás y entrar en pánico escénico. Pero ese gitano que sube las escaleras a compás se llama Jesús Méndez. Viene desde Jerez de la Frontera, en vísperas de la festividad de la Merced, patrona de su ciudad. Y viene a defender su capitanía en la selección flamenca. La elegancia en el vestir hace también juego con la clase en el hablar. Por delante, el reconocimiento a los maestros José de la Tomasa, El Chozas y Antonio Reyes, a los que declara su admiración. Y su alegría por cómo viene la juventud, con referencia explícita a Manuel de la Tomasa, del que ha tomado buena nota.
La guitarra de Antonio Carrión siempre nos acompaña al calor del hogar. En esta ocasión, a la Plazuela del Barrio de San Miguel. Suenan los adoquines de Jerez de la Frontera en la bulería por soleá. Pero lo hacen por los zapatos de Tomás Pavón, amo y señor de la Alameda de Hércules sevillana. Jesús Méndez va construyendo su catedral particular del cante jondo, engarzando estilos de Antonio la Peña, María la Moreno, y soleares por bulerías de la Serneta en recuerdo de Manuel Torre:
Yo dije que me echaría, dije yo que me echaría hábito de San Antonio si esta mujer me quería. Delante de un crucifijo dije yo que me echaría.
Para terminar ensamblando la cúpula de quejíos con el macho de El Sordo la Luz, ese bisabuelo de José Mercé que el maestro de Santiago sigue sin reconocer, ya que prefiere seguir diciendo que es biznieto de Paco la Luz.
No tienes nada crítico que decir. Ni regular siquiera. Las dos malagueñas, la primera, la de Manuel Torre pasada por Antonio Mairena. Mejor que la segunda, doble del Mellizo, acordándose de El Sernita de Jerez. Abróchate el salvavidas, que viene el tsunami de la seguiriya.
Fue el otro momento cumbre de la noche para servidor, amante del cante de la muerte. No se puede cantar mejor. La otra noche, en el Festival de Cante Jondo Antonio Mairena, la megafonía arruinó buena parte de la actuación del jerezano. Anoche, no. El duende se tomó un descanso y dejó de jugar con los cables, y Jesús montó un andamio de quejas sobre la escala más afinada que puedas imaginar. Y luego fue trepando por las tripas del respetable, hasta recoger en un pañuelo de seda las pocas lágrimas que nos quedaban a aquella tardía hora. Seguiriyas del sentimiento, las llamaron nuestros mayores. Entre la magnífica interpretación de la de inicio de Manuel Torre, y un macho personalísimo que levantó a la audiencia de sus sillas, le hicimos un hueco en el regazo a las pieras de Paco la Luz, que están sintiendo las fatigas mías.
Antonio Carrión. Foto: Pocket Studio
Y sonaron las palmas de las hermanas Carrión por fiesta, para que el pariente de LaPaquera entonara su salida más caracolera. Se compró un caballo en la Feria de Jerez para llevarnos, tras el doble de campanas de don Manuel Ortega Juárez, por los senderos de El Torta en una barquita chica desde Algeciras a Gibraltar. Y cuando llegó a Cádiz, a los terrenos caleteros de don Juan Villar, se plantó al borde del proscenio para brindarnos su Bella, sin micrófono ni ná. Los Tientos de la Rosa por bulerías, y la pena de Manolo Caracol, Dios mío de mi alma, qué pena, nos dejaron solitos, sin defensa alguna ante ese hermano en el cielo del Tío Luis de la Pica. Y fue cuando se escuchó aquel grito que quisimos haber pegado todos: ¡Viva la madre que te parió!
Ficha artística:
Espectáculo:XXXIX Festival de Cante Flamenco El Búcaro. Homenaje a Pepa Montes, Ricardo Miño y Pedro Ricardo Miño
Lugar y fecha: Hacienda Santa Cruz, S. José de la Rinconada, Sevilla. 23/9/2022
Cante: Fernando el Goyo, Manuel de la Tomasa, Alicia Gil y Jesús Méndez
Guitarra: Antonio Carrión, Manolito Herrera, Juan Quirós y Manuel Herrera Hijo (solista)
Palmas: Concha Carrión, María Carrión, Carmela Espinosa y Bebé Espinosa
El cantaor puso el listón en lo más alto, en la noche inaugural del XLI Festival de Cante Jondo Antonio Mairena.
PlusFlamenco. Por Luis Pérez. Mairena del Alcor. 31/8/2022. Fotos: Ayto. Mairena del Alcor / Luis Pérez
Foto: Luis Pérez
Para mí, lo más grande del mundo es cantar aquí, en mi tierra. Eso repitió hasta en tres ocasiones Manuel Castulo, ante un público entregado de principio a fin en el legendario Patio del Pozo de la Casa Palacio de los Duques de Arcos.
A Manuel Domínguez Gallardo (Mairena del Alcor, Sevilla, 1970) no le queda nada por demostrar. Su carrera profesional está sembradita de hitos que reflejan solo una mínima porción de lo que el cantaor es capaz de transmitir con su arte. Primer Premio en 1996 en el Concurso de Cante Jondo Antonio Mairena, en la modalidad de soleares y seguiriyas. Lo mismo, tres años después, aunque esta vez por malagueñas y cantes de levante. El premio absoluto en el 2000. Y el Primer Premio en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, que lo catapultó en 2013 a la primera división del cante profesional.
Para Castulo será lo más grande. Pero para el que escucha cante en Mairena, también. Solo la sensación de entrar por cualquiera de las dos puertas de esa Casa Palacio, difícil de guardar, ya despierta los pulsos de la sensibilidad. Entro por detrás, como los ladrones. Se inaugura una exposición de Paco Sánchez, el fotógrafo flamenco más importante de la historia. Detalles preciosos saltan a la vista, como incluir a los jóvenes Perrete, Juan Antonio Ramírez o los gemelos Castulo junto a los monstruos del flamenco. Ahí está don Antonio. Mira, qué imagen, la de la Paquera. Chocolate, Rancapino, Fosforito, Menese. Corre, que ya ha empezado Martín Martín.
Menuda conferencia, la del decano de la crítica flamenca. Nadie en Mairena del Alcor recuerda una ovación ni remotamente parecida a ningún conferenciante. Tampoco muchos recordarán a don Manuel mostrando unas lágrimas de emoción mal disimuladas bajo sus lentes. El tema, Antonio Mairena y la III Llave de Oro del Cante. ¿Qué ha dicho? Que ha heredado a los enemigos del maestro de los Alcores. Cuenta, cuenta. Y que está encantado de haber vuelto a esta tierra, después de años de exilio. Anda, que se iba a quedar con la puyita dentro.
Foto: Ayto. Mairena del Alcor
Se suponía que iba a ser un recital corto, de pequeño formato. Parece mentira que no conozcas a Castulo todavía. Como se encuentre a gusto en una reunión, porque lo de anoche era una auténtica reunión de aficionados más que un recital al uso, al mairenero no lo echan ni con agua caliente. Mira, están ahí Ricardo Miño y Pepa Montes, no puede caber más arte en un matrimonio. Juan Antonio Ramírez, el venerable Francisco, tío de Castulo.
No lo había vuelto a ver actuar desde antes de la pandemia. Sé de sus éxitos profesionales, cada vez menos espaciados en el tiempo. Hace décadas de aquellos concursos que le dieron un sitio en el desagradecido mundo del cante flamenco. Manuel Castulo no se sale de su verea, limpia, sencilla y con verdad. Como él dice, con todo mi corazón, mientras me quede una gota de sangre. Habrá días que esté mejor o peor. Pero nunca me guardo nada dentro. De hecho, al final del derroche, la voz se le quedó un poco tocada. Veremos si no le pasa factura en la reunión grande de este sábado.
Voy a empezar con la liviana. Qué poco se escucha eso en los festivales. Manuel Herrera pone en marcha la máquina por seguiriyas. Si Manuel se queja así toda la velada, yo me voy a urgencias. Recorrido de don Antonio, como mandan los cánones. Liviana, toná liviana o seguiriya 3 de Tomás el Nitri, que hoy la cosa va de Llaves. Y para cerrar, nos vaciamos el pecho con el macho de María Borrico.
Suena la sonanta por soleá. Señor de la mesa de mezclas, bájame la bajañí pabajo. Por favor, que últimamente tengo duquelas dobles con las megafonías. A Manuel no le hacen falta micrófonos ni amplificadores, que suelen restar en lugar de sumar. Lerelele lele, lereleré. Eso va por Cádiz:
Como no pueo vengarme de lo que has hecho conmigo, hablaré con Undebé, ayyy, pa que te mande un castigo.
Manuel es de los nuestros, un purista de los que ya no hay. Entre Mellizo y Mellizo, una de Paquirri el Guanté. Qué letra más bonita. Compañera, si me muero, la casita de los locos ha de ser tu paraero. Ni el propio don Aurelio Sellé hubiera puesto una sola objeción. Espera, espera. Sigue por Lebrija y se come en Jerez dos platos de frijones. Y el macho obligado de la Fernanda. Castulo, ya te ganaste los duros.
Foto: Ayto. de Mairena
Un cantaor debe seguir creciendo cada día. No solo puede quedarse en los cantes de la tierra donde nació o se hizo artista. Manuel Castulo te lo demuestra continuamente. En los cantes de levante, tiene una especial habilidad vocal, en la que el virtuosismo no ensombrece a la quejumbre. Duele también, y mucho, esa guitarra de palosanto. La actuación de Manuel Herrera no ha de quedar silenciada por los problemas megafónicos. Toque muy clásico, que es el que gusta en estos foros. Recuerdos de Melchor. Y una excelente pulsación. Mineras con aire de tarantas, la taranta del Tonto de Linares, que es aquella que Castulo dedicó a Aylan Kurdi, el niño sirio que quedó muerto en aquella playa de siria, pero con otra letra. Y de vuelta a la mina, mi corazón queda hecho escombros con esa letra tan pasional:
Ayyy, y arriostra esos puntales, y asegura bien esa crujía, que pa colmar nuestros males no demos aquí la vía, ayyy, enterraítos en minerales.
Llegan las cantiñas con las primeras gotas de lluvia. ¿No queríais agua? Ahí tenéis agua. Son alegrías de Cádiz, estilo don Antonio Mairena. Amenizadas con las palmas de dos bailaoras, la sevillana Bea Cruz y Alba Serrano, que regenta su propia academia en Mairena del Alcor. Un trocito de mirabrás y el juguetillo de las romeras. No todo iba a ser pena ni dolor. Los tientos de Cádiz elevaron de nuevo la noche por encima de las nubes, y hasta al pozo del patio se le movía la soga al compás de los tangos de Triana.
Y aquí debería haber acabado todo. A veces uno tiene que saber cuándo acabar. Por muchas ganas que se tengan de agradar. Por el público, que miraba más al cielo que al escenario. Por las criaturitas que habían venido, algunos, desde tan lejos. Y, sobre todo, cuando la noche ha llegado a cotas inimaginables de arte, pellizco y musicalidad, no hay necesidad de querer embarcar de nuevo las sienes por seguiriyas. Si a mí me gusta también el cante, como tú dijiste, más que el que lo inventó. Si yo me quedaría la vida entera escuchándote. Tú sabes.
Letras nuevas para cante clásico. Eso es renovar el flamenco. Seguiriyas de denuncia, contra los que queman nuestros bosques, principiando por Tomás el Nitri:
Maldita, maldita mano, ayyyyy, ayyy, que el monte quema. Requemaítos, requemaítos de remordimientos, ayyy, ayyyyy, ayyy tengan por condena.
Para seguir con una variante cercana al Marrurro y echar el cierre a la persiana de Juan Junquera, sobrado de aire y de elasticidad vocal. Otra oportunidad para dejarlo con la puerta grande abierta de par en par. Ah, no. Se me olvidaba. Que en Mairena se acaban las reuniones por tonás. Venga.
Ficha artística:
Ciclo: XLI Festival de Cante Jondo Antonio Mairena 2022
Lugar y fecha: Patio del Pozo – Casa Palacio de los Duques de Arcos, Mairena del Alcor. 30/8/2022
Conferencia:
Antonio Mairena y la III Llave de Oro del Cante, por Manuel Martín Martín