EFÉMERIDES FLAMENCAS

Foto: Revista La Flamenca

Doce años ya sin el maestro Enrique Morente. Don Enrique Morente Cotelo, que así se llamaba el genio del Albaicín, nos dejó helados a todos aquella tarde del trece de noviembre de 2010. A las cinco de la tarde. Sobre las cinco de la tarde. Poco después de las cinco de la tarde. En aquella hora lorquiana. Hasta en eso tuvo arte. Hasta en eso fue de Granada.

El ortodoxo más heterodoxo

Nunca cantó a gusto de todos. Dejó para la historia una auténtica antología del cante flamenco, a la que muy pocos artistas de la historia pueden hacer sombra. Su Homenaje a don Antonio Chacón fue mi disco de cabecera durante años. El mío, y el de innumerables cantaores y cantaoras que han conocido la obra del Papa del Cante a través del granaíno.

Su carácter inquieto y rebelde le abocó a la búsqueda de nuevas formas dentro y fuera del flamenco, por lo cual fue duramente criticado en su tiempo. Tras su muerte, esas críticas se han dulcificado, seguramente, por injustas. Solo quien tiene el conocimiento y la capacidad tiene derecho a tomar ese riesgo. Y siempre, siempre, para engrandecer lo que ya hay hecho. A partir de él, hay un nuevo lenguaje para pronunciar el cante. Ése es parte de su legado: cantar por Morente.

Por contra, y por las mismas razones que su amigo y rival Camarón de la Isla, la figura enorme de Enrique deja a cada paso una legión de imitadores mediocres que invocan su majestad para dedicarse ellos mismos a juguetear y manosear el barro sagrado. Inevitable, por otra parte.

Todos los días nos acordamos de él. Pero hoy queremos hacerlo en público.