EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Nueve años son muchos años para casi todo. Pero para estar sin Paco de Lucía es demasiado tiempo.

Fue el 26 de febrero y no el 25. Da igual lo que diga la Wikipedia, ni los que se guían por el huso horario de Playa del Carmen.

Lo recuerdo perfectamente. Aquella mañana fría de miércoles saltó la noticia en las redes. La mala nueva dejó arrasada la morada del flamenco, solidificando la sangre de nuestras venas, tal como la suya quedó helada en su garganta aquella madrugada. Siempre fue Paco de garganta fría, pero de corazón vivo y manos calientes. Gracias a eso el mundo se perdió un cantaor del montón y ganó un monstruo inabarcable de la guitarra.

Paco de Lucía fue un mito en vida y tiene todos los requisitos para serlo eternamente. Ni siquiera le hace falta un apellido para ser nombrado, como tampoco lo necesitaron Miguel Ángel, Rafael o Jesús. En el flamenco, Paco es Paco, como José es José.

Para completar la singularidad del mito, ya solo faltaba la discrepancia en cuanto a la fecha de su defunción. De todos modos, y ante lo inevitable, no seré yo quien le escatime al maestro una buena efeméride de cuarenta y ocho horas. Por él, cualquier cosa.