Terapia de guitarra y cante
Jesús Méndez, Manuel de la Tomasa, Alicia Gil, Fernando el Goyo y Manuel Herrera Hijo aplicaron un bálsamo de cordura a la maltrecha afición del flamenco.
PlusFlamenco. Por Luis Pérez. Sevilla. 24/9/2022. Fotos: Pocket Studio
Ya está dicho. Había que decirlo. Llevamos un mes de septiembre que pa ti y pa mí se quean. Salvo honrosas excepciones, que nunca contradicen la validez de la afirmación, son tantos los disgustos y las afrentas que ya añorábamos la suave caricia del breve otoño sevillano. Carrión no nos fallará. Será el bálsamo que sane tus heridas de guerra. Y Carrión no nos falló.
Tarde de toros en la Real Maestranza de Sevilla, dicen que torea un tal Morante. Tras su paso por el taller de chapa y pintura, el Teatro Lope de Vega se reinaugura a la misma hora que el sexto astado es arrastrado por el dorado albero. Vienen de la provincia de Alicante, a mancillarlo. Colgaron hace tiempo el cartel de No-hay-billetes, pero es mentira, si acaso llegará a la media entrada. Hay flamenco del bueno en Dos Hermanas, en la Peña Juan Talega. Mi elección está hecha. En San José de la Rinconada me reconciliaré con el cante verdad.
Ahora te voy a dar un poquito de envidia, de la sana. Tengo sentada, a menos de metro y medio, a Cristina Hoyos. Me va a llevar con los pies el compás toda la noche. A mi lado, hombro con hombro, respira el gran Ricardo Miño. No le quites ojo a su mano izquierda, por si acaso. Y Pepa Montes, gloria de las bailaoras, seguirá con la emoción en los ojos cada lance que ocurra sobre el escenario. Esta noche es la del homenaje a su familia. Incluido su hijo, el pianista flamenco del momento, Pedro Ricardo Miño, cuyos oles me certifican que estamos en el lugar correcto.
Cuatro actuaciones de cante y una de guitarra. Se echa de menos el baile, Antonio, estando presentes tales figuras esta noche. Quizás en otra ocasión. Se encargó de presentar el Festival, como es tradición, Salvador Milla, aficionado infatigable de San José de la Rinconada. Salvador hizo una breve exposición de las efemérides que se celebran en 2022: el centenario del Concurso de Cante Jondo de Granada y los treinta años del fallecimiento de José Monje Cruz, el Camarón de la Isla. La pérdida, el pasado 27 de agosto, del inmenso guitarrista y compositor Manolo Sanlúcar. Y la concesión a María Pagés, y a Carmen Linares, de los Premios Princesa de Asturias de las Artes 2022.
La ceremonia de homenaje, sencilla y emotiva. Encabeza la comitiva el Alcalde de La Rinconada, Javier Fernández. Le siguen su Delegada de Cultura, Raquel Vega, y la diputada responsable del Área de Cultura de la Diputación de Sevilla, Trinidad Argote. Y por parte de la Peña Cultural Flamenca El Búcaro, su presidente Antonio Carrión y los directivos Miguel Gallardo y Manuel Ortega. Los tres homenajeados coincidieron en la importancia de este tipo de reconocimientos como acicate y motivación para seguir adelante.
Cuéntame, primo. Primero lo malo. Malo no hay. El sonido, regulero. Tú sabes, se mete el duende a revolver entre los cables, desde las pruebas de sonido, y ya no hay quien lo arregle. Una pena, sobre todo para las últimas filas, y para nuestros oídos, tan sensibles a los pitidos de los acoples. Romero, romero, que salga lo malo y entre lo bueno.
Porque hubo mucho bueno, y bastante de lo mejor. Abrió el paquete de sal marina el jovencísimo Manuel Herrera Hijo, que se parapetó en mitad del escenario para despeinarnos con los vientos de Cádiz. Tocaor de fina escuela, pues tiene a quien salir, le queda recorrido para seguir creciendo. Las palmas que le dedicaron sus paisanos allanaron el camino para la actuación del cantaor local, aunque nacido en Alcalá del Río, Fernando el Goyo, que heredó el remoquete de su padre y de su abuela paterna, la Goya, iniciadora de la saga cantaora. Acompañado a la sonanta por Juan Quirós, que se aplicó con solvencia y madurez manifiestas, Fernando comenzó su actuación con una malagueña granaína demasiado floreada, seguida de dos impecables rondeñas que nos recordaron las formas de Curro de Utrera, y una tercera rondeña de Silverio con tintes de Jacinto Almadén. Ya, con la voz más caliente, se peleó con bravura con la milonga María Candelaria, para acabar luciéndose en su especialidad, los fandangos por bulerías de Manuel Vallejo.
Ahora viene Manuel. El nieto de José de la Tomasa, que está camuflado entre el público. Y no solo él. Ha venido, desde Chiclana de la Frontera, Antonio Reyes. Y también está José Antonio Muñoz El Chozas. Qué importante es que los artistas acudan como público a los recitales de sus compañeros. A Manuel de la Tomasa y a Alicia Gil te los encuentras fácilmente en cualquier evento. Otra vez a vueltas con que Manuel es tataranieto de Manuel Torre. Ya no lo aclaro más.
El niño ya no es un niño. En su corta trayectoria profesional, ha devenido de cachorro en león tirando porque le toca, y sin pasar por la casilla de salida. Domina el escenario como solo lo hacen los grandes artistas en plena madurez. Es cierto que en ocasiones deja traslucir un leve malestar al comienzo de sus actuaciones, quizá una pequeña contrariedad le haga buscarse sin encontrar ese quejido suyo tan característico. Pero anoche todo salió a pedir de boca. Le bastó desparramar la mirada de derecha a izquierda para conectar con la audiencia del abarrotado patio de la Hacienda Santa Cruz. Otra mirada cómplice a Antonio Carrión, el escudero de lujo con que sueñan todos los cantaores. La salida del primer taranto suena dulce, acaramelada. Cierra los ojos de oliva, y exprime el llanto que lleva cosido a los puños de la camisa. Antonio da cumplida respuesta a base de doblones. El cachorro vuelve a mirar para adentro en los primeros compases del taranto de Almería. Y es entonces cuando el hombre abre unos ojos diferentes, fieros, y la tercera mirada actúa como una lanza térmica que hace saltar por los aires la caja fuerte del cante:
Que cuántas fatiguitas, primita, yo he pasao
en las honduras mineras,
y hoy se unen las penas,
que yo he vivío sacrificao,
y Dios me lleve a donde quiera.
Fue la primera vez que puso al público en pie. Cuatro cantes, cuatro veces en pie. Ahora por alegrías, con las palmas de las hijas de Antonio Carrión. El maestro mairenero imprime a los cantes de Cádiz su personalidad gigantesca, con esa derecha rasgueando casi siempre sobre la roseta. Letras de Camarón muy celebradas, por alegrías, y cantiña del Contrabandista. Los colegiales del Hospitalito del Rey, juguetillo de Popá Pinini, y la jotilla del Mellizo en boca de Pastora Pavón. Manuel juega con el efectismo y la espectacularidad que sus facultades imprimen a este cante. Quizá los que lo seguimos muy frecuentemente echemos de menos una mayor variedad en letras y melodías.
Atención a uno de los momentos cumbres de la velada. Ya lo he definido en alguna otra ocasión. El cante por seguiriyas de Manuel de la Tomasa es un ejercicio completo de un genio creador impropio para su edad. No sé si son cantes nacidos en el seno de su familia, pues algo tendrá que ver don José, la Tomasa o Pies Plomo en todo esto. O cuánto hay de improvisación, que sé de sobra que también. Y no es que cruce los cantes por desconocimiento, no. De sobra tiene interiorizada la seguiriya de inicio de Manuel Torre. Pero, cuando tiene embarcado el estilo del Niño de Jerez en su capote, le pega una verónica invisible y sale convertido en algo parecido al sollozo del Marrurro. Qué ha pasao, que no me he enterao. Y comienza otra letra, pa cuando yo me muera, mira qué te encargo. Vuelven los sollozos del Marrurro, uno de los recursos más efectivos para la transmisión del sentimiento. Pero no es. Es un estilo propio. El cierre, una versión caracolera de la seguiriya de cambio de Curro Dulce, redoblando las campanas de San Juan de Dios. En un arrebato, Manuel se pone en pie y abandona la megafonía. Se sabe caballo ganador y disfruta de su éxito. Por bulerías hubo de todo. Se nota su progresión, aunque todavía no es su palo. Las mejores notas las obtuvo cuando se acordó de Alfonso de Gaspar, Pansequito, o cuando volvió a tirar de descaro metiendo por bulerías las livianas Ventanas a la calle.
Alicia Gil trajo el sosiego a los malheridos corazones. Su voz es dulce y afillá, válgame Undebé, cómo puede ser eso. Lleva el porte de las patricias romanas y el embrujo de una pitonisa a punto de leerte la mano. Su soleá alfarera de Triana fue un bálsamo para los que estamos sufriendo la ausencia de verdad en el cante de este verano. Visitó todos los corrales imaginarios, desde el Corral de los Judíos donde nació su abuelo, en la calle Castilla, y que da título a su último disco. Los de la calle Alfarería, donde estaba la Peña La Soleá de Triana o la taberna de Segundo. Y en su camino a Chapina, entre gitana y alfarera, cumplió con creces repasando los estilos de El Sordillo, El Arenero, Pinea, el Machango, Charamusco, Silverio o Manuel Oliver:
Y dice mi pare: Triana,
que no se parece a Triana,
aquellos cantes de fragua
y aquellas Velás Santana,
dice mi pare: Triana,
que no se parece a Triana.
Fueron muy aplaudidos sus tientos, y más celebrados aún los tangos. Su acompañante, Manolito Herrera, el padre, rozó la brillantez en varias ocasiones, aunque por soleá y bulerías fue sencillamente espectacular. Los problemas de sonido le metieron en aprietos en alguna ocasión, pues no recibía señal del monitor que recogían las palmas de las hermanas Bebé y Carmela Espinosa, hijas de Alicia Gil y de su marido, el guitarrista Lito Espinosa, que también estaba entre el público. Continuó con la sentida Huele a mi agüela, una canción por bulerías también incluida en su disco.
Y ahora me pongo de pie para cantar por bulerías. Alicia es artista sobre las tablas. Tiene unas manos rápidas y bellas, y brazos de bailaora que encajan a la perfección con la gracia de su gesto. Recuerdos de Chano Lobato y Manuel Molina y Lole Montoya. Ahora está en casa de Federico, de la mano de Enrique Morente:
La Lola canta saetas,
los torerillos la rodean,
y el barberillo desde su puerta,
sigue los ritmos que con la cabeza.
Terminó de meterse al respetable en el bolsillo con el cuplé Manuela, un particular homenaje a mi tía Esperanza la del Maera, en el que el público disfrutó cantando el consabido título.
Y cuando ya teníamos la piel lastimada y los poros abiertos, llegó la gran ola a cubrirlo todo. Por los rincones de la Hacienda Santa Cruz, había tal calidad de cante grande derramado por el suelo de la madrugada, que cualquiera se hubiera calzado las botas de echarse atrás y entrar en pánico escénico. Pero ese gitano que sube las escaleras a compás se llama Jesús Méndez. Viene desde Jerez de la Frontera, en vísperas de la festividad de la Merced, patrona de su ciudad. Y viene a defender su capitanía en la selección flamenca. La elegancia en el vestir hace también juego con la clase en el hablar. Por delante, el reconocimiento a los maestros José de la Tomasa, El Chozas y Antonio Reyes, a los que declara su admiración. Y su alegría por cómo viene la juventud, con referencia explícita a Manuel de la Tomasa, del que ha tomado buena nota.
La guitarra de Antonio Carrión siempre nos acompaña al calor del hogar. En esta ocasión, a la Plazuela del Barrio de San Miguel. Suenan los adoquines de Jerez de la Frontera en la bulería por soleá. Pero lo hacen por los zapatos de Tomás Pavón, amo y señor de la Alameda de Hércules sevillana. Jesús Méndez va construyendo su catedral particular del cante jondo, engarzando estilos de Antonio la Peña, María la Moreno, y soleares por bulerías de la Serneta en recuerdo de Manuel Torre:
Yo dije que me echaría,
dije yo que me echaría
hábito de San Antonio
si esta mujer me quería.
Delante de un crucifijo
dije yo que me echaría.
Para terminar ensamblando la cúpula de quejíos con el macho de El Sordo la Luz, ese bisabuelo de José Mercé que el maestro de Santiago sigue sin reconocer, ya que prefiere seguir diciendo que es biznieto de Paco la Luz.
No tienes nada crítico que decir. Ni regular siquiera. Las dos malagueñas, la primera, la de Manuel Torre pasada por Antonio Mairena. Mejor que la segunda, doble del Mellizo, acordándose de El Sernita de Jerez. Abróchate el salvavidas, que viene el tsunami de la seguiriya.
Fue el otro momento cumbre de la noche para servidor, amante del cante de la muerte. No se puede cantar mejor. La otra noche, en el Festival de Cante Jondo Antonio Mairena, la megafonía arruinó buena parte de la actuación del jerezano. Anoche, no. El duende se tomó un descanso y dejó de jugar con los cables, y Jesús montó un andamio de quejas sobre la escala más afinada que puedas imaginar. Y luego fue trepando por las tripas del respetable, hasta recoger en un pañuelo de seda las pocas lágrimas que nos quedaban a aquella tardía hora. Seguiriyas del sentimiento, las llamaron nuestros mayores. Entre la magnífica interpretación de la de inicio de Manuel Torre, y un macho personalísimo que levantó a la audiencia de sus sillas, le hicimos un hueco en el regazo a las pieras de Paco la Luz, que están sintiendo las fatigas mías.
Y sonaron las palmas de las hermanas Carrión por fiesta, para que el pariente de La Paquera entonara su salida más caracolera. Se compró un caballo en la Feria de Jerez para llevarnos, tras el doble de campanas de don Manuel Ortega Juárez, por los senderos de El Torta en una barquita chica desde Algeciras a Gibraltar. Y cuando llegó a Cádiz, a los terrenos caleteros de don Juan Villar, se plantó al borde del proscenio para brindarnos su Bella, sin micrófono ni ná. Los Tientos de la Rosa por bulerías, y la pena de Manolo Caracol, Dios mío de mi alma, qué pena, nos dejaron solitos, sin defensa alguna ante ese hermano en el cielo del Tío Luis de la Pica. Y fue cuando se escuchó aquel grito que quisimos haber pegado todos: ¡Viva la madre que te parió!
Ficha artística:
Espectáculo: XXXIX Festival de Cante Flamenco El Búcaro. Homenaje a Pepa Montes, Ricardo Miño y Pedro Ricardo Miño
Lugar y fecha: Hacienda Santa Cruz, S. José de la Rinconada, Sevilla. 23/9/2022
Cante: Fernando el Goyo, Manuel de la Tomasa, Alicia Gil y Jesús Méndez
Guitarra: Antonio Carrión, Manolito Herrera, Juan Quirós y Manuel Herrera Hijo (solista)
Palmas: Concha Carrión, María Carrión, Carmela Espinosa y Bebé Espinosa
Presentador: Salvador Milla
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