En los Jardines del Real Alcázar de Sevilla, Manuel de la Tomasa y David de Arahal reivindicaron la pureza del flamenco más fresco y actual.
PlusFlamenco. Por Luis Pérez. Sevilla. 23/08/2022. Fotos: ACTIDEA
A caballo ganador. Ahí va tu apuesta cuando compras tu entrada para ver al dúo dinámico del siglo XXI, el tándem más en forma del momento. Hasta hace poco, eran los potros más valiosos de la yeguada jonda. Uno se veía obligado a decir, para no ser tachado de peliculero, que eran valores de futuro, que todavía eran muy jóvenes y estaban en edad de aprender. Hoy te puedo certificar, compañero de mis entrañas, que los potros son ya purasangres de los que ganan las carreras, un día sí y el otro también. Que los niños siguen siendo jóvenes, pero son hombres recios que se han forjado el éxito a golpe de martillo. Tu apuesta no arriesga nada, pues, aún el día en que no estén bien, saldrás con la entrada más que pagada.
El que sí que arriesga como un loco es Manuel de la Tomasa. Lo vengo siguiendo desde antes de que adoptara siquiera su nombre artístico. Lo he visto crecer de hombros y de voz. Quitarle el acné a su aparato fonador, y despojarse de aquella suave túnica de chico tímido para, sobre cualquier escenario, desplegar las velas de su grandeza. Y hasta comerse a los públicos a puñaos, que también lo he visto yo. En un instante pasar de rubio inocente a fiera indomable. Todo en la misma silla, fíjate tú. El tipo se transforma en otro auténtico Majareta, uno de los motes de su antepasado, el indefinible Manuel Torre. Hoy lo escribo sin ese, porque me encuentro más flamenco.
Anoche no empezó muy bien la cosa. Técnicamente impecable, tanto por la ejecución cantaora como por su acoplamiento con la sonanta, Manuel quiso encontrarse y no pudo con su personalísima granaína. Lo mismo ocurrió hasta mediada la soleá, uno de los cantes en los que el menor de los Tomasa suele brillar con rotundidad. Ahora bien, en el justo momento en que llegó a la capillita del Carmen y se volvió patrás, se puso en funcionamiento la factoría de pellizcos.
Ahora te explico lo del Majareta. En estos tiempos banales para el cante, donde públicos y artistas huyen de los sobresaltos y los segundos solo muestran su arte con la seguridad de una red de protección bajo sus pies, Manuel de la Tomasa disfruta tomando riesgos. Seguramente, controlados, pero riesgos al fin y al cabo. Es la viva imagen del descaro. Se cachondea del crítico y del aficionado cabal, principiando un cante por Alcalá y terminando por no se sabe dónde. Esto, que en cualquier otro bien pudiera ser tomado por desconocimiento, en el joven artista sevillano no lo es. Allí toma una letra de Triana y la mete por Frijones. Llega la Andonda, y le pega dos vueltas, haciéndola suya como solo los cantaores muy veteranos saben y pueden hacer. Y esta otra, qué estilo es, madre mía:
Y la encontré en el Arenal,
la huella de un pie chiquito
que se fue de madrugá,
la huella de un pie, ay, de un pie chiquito
ay, que se fue, ayyyy, de madrugá.
Ahora apuesto yo. Es un estilo propio. A sus veintitrés años, Manuel ya tiene creaciones por soleá y por seguiriyas, entre otros muchos palos. Toma letras popularizadas por Camarón de la Isla, y les modifica la melodía. Escribe introducciones a todos sus cantes, desde la granaína, la soleá y las alegrías, hasta esa letra por toná con la que nos condujo sutilmente, sin desgarro, al más doliente tiritiritiri que te puedas imaginar para anunciar una seguiriya que, por cierto, va a quedar para la historia. Es en esa vorágine donde el genio creador de Tomasa se hace grande. Y tú, pequeño, muy pequeño.
Los pellizcos ya fueron legión en las alegrías de Cádiz, mezcladas con las cantiñas del Contrabandista y de Popá Pinini. Es muy difícil imprimir la hondura justa a estos cantes sin poner en riesgo la gaditanía imprescindible para interpretarlos cabalmente. Además, con letras propias. Y sustituyendo las melodías con las que suelen asociarse. Pues Manuel disfruta haciéndolo. Alguna vez se equivoca, pero nadie lo nota. Con los tientos tangos pasó tres cuartos de lo mismo. Las letras de José de la Tomasa, de Juan Peña el Lebrijano y de Camarón de la Isla se trenzaban con otras de su bodega, y sobre el esqueleto de melodías en las que predominaban los aires extremeños.
Y ahora dime algo del tímido de Arahal. El otro majara de la guitarra. Tan joven y tan viejo como para tener ya un repertorio propio de acompañamiento, y otro para guitarra solista. Su guitarra despide su aroma personal en la lontananza. Y ese aroma fresco a menta y a limón verde, dota de juventud y lozanía al conjunto interpretativo. Eso es renovar el flamenco, señoras y señores. Pero no es esa la mayor de sus virtudes. David de Arahal acompaña con todo el cuerpo, meciendo su melenita al viento imaginario que soplan sus bordones, mientras la expresión de su cara roza el éxtasis por la admiración a su compañero de fatigas. Como Paco de Lucía, como Manolo Sanlúcar. Como todos los grandes guitarristas, David es, ante todo, un enamorado del cante.
Su llamada a la seguiriya, tras el sutil acompañamiento que ofreció a esa toná camuflada de la que hablábamos, suena a campanas gordas de la cercana Giralda.
Y el yunque múo se queda,
la fragua ya se ha apagao,
y el eco de la Tomasa
el cielo se lo ha llevao.
El joven cantaor sevillano, aprendiz de torero en su niñez, tomó con decisión los trastos y el acero de matar. Seguiriya del Santolio. No te lo crees ni tú. Comienza por Manuel Torre. Cuando la tiene embarcada en la muleta, aparecen los melismas del señor Manuel Molina, y le da la salida con un pase de pecho imposible de clasificar. Creación pura. La segunda tanda, letra de Manuel Torre, Manuela de mi alma, con la melodía de Tío José de Paula. Y ya en el macho, no te puedo decir. No sé si es un cante de su familia, o se podrá inscribir en la SGAE como seguiriya de Manuel Georgio. Gabriela mía, dile a ese galgo. Todavía estoy recogiendo del suelo los botones de mi camisa.
Ficha artística
Espectáculo: Musa
Ciclo: XXIII Noches en los Jardines del Real Alcázar
Lugar: Reales Alcázares de Sevilla Fecha: 22/8/2022
Al cante: Manuel de la Tomasa
Al toque: David de Arahal
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