La Bienal de Flamenco: tres directores dimitidos o cesados, y un mismo delegado

Al tercer córner, penalty. Eso decíamos en el cole cuando éramos más chicos, convencidos de la existencia de una regla completamente ajena al reglamento de la UEFA, aunque no exenta de sentido de la justicia, en la previsible e incontaminada mente de unos chavales de siete años, en aquella década de los setenta.

De portería a portería, guarrería. Otra muestra de sentido común. Se trataba de que jugáramos todos en un exiguo terreno de juego de apenas veinte metros de largo. La figura del chupapostes sustituía con creces a la complicada norma del fuera de juego.

Al tercer córner, penalty, significa que hay un equipo que no quiere jugar, que se siente inferior y se dedica a echar balones fuera esperando que pase el tiempo. Por eso es justo, en la utópica mente de un infante, que el atacante se vea premiado, y el que mira la hora, árbitro, salga apercibido.

Señor Antonio Muñoz, tres directores de la Bienal de Flamenco desde junio a octubre, del verano a este punto. Y a puntito de que no haya programación confirmada ni para enero. Tres córner ya, y usted sin dimitir.