El Parlamento de Andalucía aprueba la Ley Andaluza del Flamenco con los únicos votos del Partido Popular

No me he leído la Ley Andaluza del Flamenco. Más que nada, porque aún no se ha publicado en el BOJA. Me consta que ha sido aprobada únicamente con los votos del PP, aunque se ha nutrido de las aportaciones de numerosos estamentos e instituciones del ámbito del flamenco. Nada que objetar.

Todo el mundo está contento. Al fin, el flamenco va a ser obligatorio en las escuelas de Andalucía. Nuestros niños y niñas seguro que también se sentirán muy felices. Tanto como sus maestros y maestras, que, a partir de ahora, deberán formarse en una disciplina en la que hay muy pocos expertos, casi ninguno del ámbito docente, y mucho enteraíllo.

Seguro que esta ley traerá cosas buenas. Ya se oyen las manos frotar bajo las mesas y sobre las tablas. Habrá más trabajo para los artistas metidos a profes, y para los profes metidos a artistas. Grados y doctorados en Flamencología por doquier. Másteres universitarios para formar a los formadores de maestros de primaria y de profesores de secundaria.

A riesgo de equivocarme, lo voy a decir, sin conocimiento ninguno. Nos la han vuelto a colar.

Espero equivocarme, de todo corazón. Por la cuenta que nos trae a los aficionados al flamenco. La herida mortal que supuso la declaración como Patrimonio Inmaterial blablablá se abrirá en una incesante hemorragia de despropósitos. Quieren universalizar el flamenco, lo que significa sacarlo de la élite cultural mundial y simplificarlo para hacerlo accesible a los perezosos.

Qué agorero eres, primo. Ya verás cómo todos nuestros niños y niñas, docentes y nuevos expertos en la materia aprenden ahora a distinguir entre flamenco y flamenquito. Ya con eso te conformarías, a que sí?