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Honores al Niño Marchena

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Anotamos en nuestro almanaque la fecha del 4 de diciembre de 1976 para honrar la memoria de uno de los mayores genios creadores del cante flamenco, PEPE MARCHENA, que falleció en Sevilla aquel luctuoso día a la edad de 73 años.

Ocurrió en el hospital, el lugar más temido y odiado en las letras de tantas seguiriyas, y por esa malina y nunca nombrada enfermedad, que tantas veces siega a destiempo la vida de los mejores artistas. José Tejada Martín fue un personaje tan flamenco que cumplió con todos los tópicos aparejados a tal condición. Incluyendo el de terminar sus días pasando necesidad, a pesar de haber ganado más dinero cantando que nadie entre los de su profesión.

Nunca una primera figura del cante suscitó tantas pasiones, desde el desprecio y la animadversión por su figura y su manera de cantar, hasta el apoyo de una auténtica legión de seguidores que, después de más de cuatro décadas, idolatran al Niño Marchena por encima de cualquier otro artista flamenco. De su grandeza da fe su inmensa discografía, restaurada hace pocos años por la Federación Provincial de Peñas Flamencas de Sevilla.

José Menese, no te olvidamos

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Dedicado a mi amiga Carmen Arjona

El 3 de diciembre guarda también una muesca en la culata del revólver de mi memoria. Su tacto a medianoche, bajo mi almohada, me impide conciliar el sueño y y me previene contra las sombras del olvido: acuérdate de Pepe, que hoy hubiera cumplido ochenta años.

Don José Meneses Scott, cuántas eses para un morisco, debiste de pensar cuando te bautizaron. Para cerrar los ojos, para cantar. Para vestir de traje, y hasta para respirar tan flamenco, te bastaba con JOSÉ MENESE.

Nació morisco tal día como hoy de 1942, en la hermosa Puebla de Cazalla, cuna de tantos y tantos artistas. Su voz y su figura permanecen inalterables en el corazón de la afición flamenca. Todos aquellos que lo escucharon cantar, o que tuvieron la suerte de conocerlo, lo tienen siempre presente.

Enrique el Mellizo

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Comenzamos el mes de las rifas y de las cenas de empresa, celebrando el nacimiento del mejor de los nacidos en el gaditano barrio de Santa María. Y es que tal día como hoy de hace 174 años afloró al caudal del arte flamenco Enrique el Mellizo, el patriarca de los cantes de Cádiz.

Esta postrera parte del año exige un esfuerzo extra en la gastada memoria de la familia flamenca. Quién lo diría, pero diciembre es quizá el mes más jondo del almanaque. Pareciera que los recién nacidos pegasen mejor su primer llanto por seguiriyas si afuera en la calle hiciera tela de frío. O como  dicen en Cádiz, humedad. A final de mes hacemos cuentas.

Francisco Antonio Enrique Jiménez Fernández nació en el número 29, hoy 24-26, de la calle Mirador, el primer día de diciembre de 1848. Quiso venir al mundo en todo lo alto del barrio, desde donde no solo podía escuchar los órganos y las campanas de todas las iglesias de la Tacita, sino también desentrañar las armonías que el Atlántico traía y se llevaba, al compás de las mareas que el faro de Chipiona marcaba cada noche con un pícaro guiño de luz salada.

Enrique el Mellizo fue un revolucionario del cante. Ralentizó las alegrías bailables hasta convertirlas en un cante grande para escuchar. Lo mismo dicen que hizo con los tangos lentos gitanos, que luego Chacón llamó tientos. Se le atribuyen al menos tres estilos de soleares, dos de seguiriyas, unas alegrías, saetas, gilianas, su malagueña doble y su malagueña chica, martinetes

Quizá no ha habido en la historia del arte jondo una figura que haya influido más, directa e indirectamente, en la conformación del cante tal y como hoy lo conocemos, con la excepción de Silverio Franconetti. A priori, esta afirmación puede parecer arriesgada antes de tener en cuenta que Enrique el Mellizo no solo fue un incansable creador de letras y melodías. Fue también el hilo conductor que conecta toda la tradición anterior, de cuyas formas concretas y modo de cantar no sabemos casi nada en realidad, con Aurelio Sellé y con los dos grandes creadores de donde se alimentan los cantaores y cantaoras del siglo XX: don Antonio Chacón y Manuel Torre, sus discípulos más aventajados.

De aquí a Juanito Mojama, prácticamente equidistante entre ambos, al igual que la Casa de los Pavón, con Arturo, Pastora, Tomás, incluidos Manuel Vallejo, Isabelita de Jerez y Chocolate, entre muchos otros. Y por supuesto, Pepe Marchena, Antonio Mairena y Manolo Caracol. No digo que ellos no hubieran sido igualmente grandes de no haber existido Enrique el Mellizo, pero sin duda hubieran cantado otras cosas y de otra manera.

Bernardo el de los Lobitos

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Se cumplen cincuenta y tres años desde que marchó para el Parnaso flamenco el cantaor BERNARDO DE LOS LOBITOS, sin duda el mejor artista que ha dado Alcalá de Guadaíra, con permiso, y sin permiso también, del gran Joaquín el de la Paula.

Lo hizo apenas cuatro días después que la Niña, la de los Peines. Ambos, ella y Bernardo, que en realidad se llamaba Pedro, recibieron del pueblo sus respectivos remoquetes artísticos, y los llevaron con más paciencia que orgullo hasta el final de sus días. Pastora, por unos tanguillos que la encumbraron siendo una Niña, y que siempre se negó a repetir. Bernardo, gracias a unas bulerías que volvió a grabar pocos días antes de morir.

Hoy tenemos el deber de recordar a este grandísimo cantaor, cuya memoria yace enterrada entre la desidia y el descuido de la afición y de las instituciones del flamenco.

Se llamaba Pedro José Bernardo Álvarez Pérez, y se despidió de la vida a los ochenta y dos años, en Madrid, en la calle Amparo, dejándonos una maravillosa discografía.

Pastora Pavón, la Emperaora del cante

EFEMÉRIDES FLAMENCAS

Ya han pasado cincuenta y tres años desde que se marchó La Niña de los Peines. Pastora Pavón Cruz partió para el parnaso flamenco el 26 de noviembre de 1969. A partir de ahí, el cante vistió de luto y, sin poder respirar el aliento de su querida Emperaora, se hizo republicano.

Lo hizo con el único equipaje de su memoria vaciada, y de los peines de su remoquete, que la siguieron, siempre a su pesar, desde la infancia hasta la senectud.

Sevilla entera la acompañó desde su calle Calatrava, en la Alameda de Hércules, hasta el cementerio de San Fernando. A la entrada, la saludaron su Joselito el Gallo, su señá Grabiela, su Ignacio Sánchez Mejías. No pudo estar, su querido Federico, que andaba perdido entre las cunetas hasta nuestros días.

Todavía hoy, su tumba, que es también la de su Pepe Pinto y la de sus hermanos Arturo y Tomás, recibe el peregrinar de numerosos admiradores y amantes del flamenco. Cómo el de un servidor. Pastora, no te olvidamos.

No cataré Qatar, ni por todo el petróleo del mundo

Me acuerdo de las mujeres de Qatar, condenadas a ser ciudadanas de segunda, pues no son dueñas de sus cabellos, de su libertad ni de su dignidad.

No pienso catar Qatar. No lo cataré, ni por todo el petróleo del mundo.

Precisamente porque me gusta el fútbol. Si no me gustara, no tendría gracia, ni supondría ningún esfuerzo.

Porque la vida no está para para pasar por ella de puntillas, sin ensuciar el parquet, sin meter los pies en ningún charco. Mójate, primo, siéntete vivo. Ya te sentirás tranquilo cuando te hayas muerto.

No pienso ver ni un partido del Mundial de los jeques. He seguido todas las ediciones desde la de Argentina en 1978. Y tengo la sala de lectura de mis recuerdos organizada según los amores, penas y desengaños entre Mundial y Mundial. Aquella chica morena malagueña. Me regaló un llavero de Naranjito en el verano del 82. En el 94, Italia nos eliminó en cuartos de final días después de que mi amigo Fernando dejara de interesarse por las cosas de este mundo, incluido el fútbol. La copa gloriosa de Sudáfrica en 2010. Mi hijo correteando como un loco gritando gooool sin conocer siquiera el nombre de Andrés Iniesta. Pero esta Copa del Mundo de los jeques no la voy a catar.

Porque me acuerdo de los esclavos extranjeros que han participado en la construcción de esos estadios, en unas condiciones laborales que cualquier juez occidental tipificaría como crímenes contra la humanidad. Tengo presente, sobre todo, a los miles y miles que han muerto por ello, y cuyo número exacto nunca podremos conocer.

Lo hago por las mujeres de Qatar, condenadas a ser ciudadanas de segunda, pues no son dueñas de sus cabellos, de su libertad ni de su dignidad. Ni siquiera, a veces, de sus vidas. Me acuerdo de los muertos de los jeques, y del emir, de cuyo nombre no me acuerdo porque no me da la gana. También me acuerdo de lo de Mbappé, no te vayas tú a creer que se me olvida. Sus muertos tos.

Así que no veré los partidos, ni siquiera uno. Ni aunque España llegue a la final. Cerraré los ojos y los oídos cuando salgan las noticias de los deportes. El Mundial de Qatar, no lo pienso catar.

La bulimia flamenca

En tiempos de carestía y de hambre, es imposible resistirse ante la exquisitez de una soleá de Manolo Sanlúcar

Manolo Sanlúcar por soleá

Lo he intentado y no he podido. Me propuse no escuchar nada de flamenco durante el día de hoy. Una especie de huelga de hambre, que buena faltita me hace. Pero en lugar de con comida, con flamenco. No ha podido ser.

Ha sido en el telediario de la 1. La noticia de menos de dos minutos, cucha, prima: Aprovechando que hoy es el Día Internacional del Flamenco, mirad qué curiosidad, la nieta del mítico futbolista Zarra, fusionando el flamenco con el fútbol. Fin de la noticia.

Así que he ido corriendo a la cocina. He abierto la nevera. Y ahí estaba mi teléfono móvil, tan apetitoso, llenito de cante, de baile, de guitarra. Y he dicho, el veintiséis lo celebraré con Pastora, pero el día de hoy me voy a pegar un atracón de Manolo Sanlúcar.

El Día Internacional del Flamenco, celebrando la gran mentira

Puestos a escoger entre las efemérides, se podría haber elegido entre un ramillete de fechas mucho más significativas.

Una de las mentiras más torticeras que le han metido jamás a la afición al arte jondo fue la declaración del flamenco en 2010, por parte de la UNESCO, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. No, no me pongas esos ojitos, que yo también me he asustao.

A ver si tengo unos minutos y consigo desarrollar el tema, que tiene bastante miga. Será próximamente, si el tiempo no lo impide, en PlusFlamenco, A clavito y canela.

Entretanto, me permito expresar sin acritud mi desafecto por la elección del 16 de noviembre, fecha de la susodicha declaración, como Día del Flamenco en Andalucía, en un primer momento, y Día Internacional del Flamenco, después.

Puestos a escoger entre las efemérides, y dado que nadie pone en duda la importancia de tal celebración para todo el tejido productivo del flamenco de nuestra tierra, se podría haber elegido entre un ramillete de fechas mucho más significativas. A saber:

El 26 de noviembre, fecha de defunción de La Niña de los Peines, aceptada por aclamación como la mejor cantaora de la historia.

El 4 de diciembre, cuando conmemoramos el nacimiento de Manuel Torre y las pérdidas de Ignacio Ezpeleta, Tomás Rubichi el Viejo y Pepe Marchena.

O el 2 de julio, día en que coinciden los fallecimientos de Tomás Pavón, Antonio el Arenero, Paco Toronjo y Camarón de la Isla.

Cualquiera de ella, y muchas otras posibles que se puedan proponer. Todas, salvo la que señala en el calendario a la espada de Damocles que pende sobre el flamenco clásico y tradicional. Ése que la Junta de Andalucía está obligada, por el Estatuto Andaluz, a proteger como manifestación cultural digna de ser conservada y transmitida a las generaciones venideras.

Las mentiras del flamenco III

Más mentiras que se cuentan sobre el flamenco, y que no se convertirán en verdad por mucho que se repitan

1. Camarón revolucionó el flamenco para siempre con La Leyenda del Tiempo.

2. Morente revolucionó para siempre el flamenco con Omega.

¡Un mojón y otro mojón!

La verdad es que en el cante hay un antes y un después de José y de Enrique. Pero no por esos discos, que no son estrictamente flamencos, como bien sabían ambos. Sino porque cada uno de ellos, en su genialidad, creó un nuevo lenguaje interpretativo, una forma característica de masticar el cante.

Su grandeza no viene en modo alguno por esas obras fronterizas. Ambos tienen legiones de imitadores en su forma de cantar, de pronunciar. Incluso de respirar. Y los dos recularon hacia territorios más clásicos después de sus experimentos discográficos:

<<Ricardo, el próximo disco, de guitarra y palmitas, picha>>

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